Fran Lendoiro Deportivo La Coruña

Lendoiro en Goal: “El torneo de Segunda B es una locura, parece inspirado por el enemigo de Rubiales”

Augusto César Lendoiro fue durante un cuarto de siglo la persona más influyente del Deportivo La Coruña. Fueron 25 años como presidente de la entidad gallega (desde 1988 hasta 2014), presidiendo aquellos años en los que el "Súper Dépor" le hablaba de tú a tú al Real Madrid y al Barcelona. Hoy no queda casi nada de ese sueño que se hizo realidad para decorar las vitrinas (una Liga, dos Copa del Rey y tres Supercopas de España). Hoy el mundo deportivista vive una pesadilla y se desliza en una pendiente que sigue sin tocar fondo: el equipo pelea en la Segunda B (tercera categoría del fútbol español), con pocas opciones de lograr pronto un ascenso.

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El histórico directivo, de 75 años, habla con Goal sobre este presente preocupante y analiza “la peor etapa” en los 114 años de vida del Deportivo. Lo hace sin olvidar ese pasado e imaginando un futuro.

El artículo sigue a continuación

-¿Por qué el Deportivo llegó a la situación actual? ¿Se podía predecir o los acontecimientos fueron sorprendiendo más de lo esperado?

-La inexperiencia, la prepotencia y el nerviosismo provocaron poner en marcha tres juntas directivas y tres proyectos distintos en menos de dos años, y eso, en un club de fútbol, es demoledor.

-¿Se puede o se anima a hacer un ranking de culpables en esta historia?

-Más que de culpables, yo hablaría de conformar un podio de fallos conceptuales. El primero es pensar que un club de fútbol es una empresa como otra cualquiera. El segundo es dividir a la afición tras las elecciones de 2014 y el asesinato de Jimmy (Francisco Javier Romero Taboada "Jimmy" falleció el 30 de noviembre de 2014 en Madrid, en la previa de un partido contra el Atlético). Y el tercero es el gatillo fácil con los entrenadores, 13 en 7 años, con más despidos que en los 25 años anteriores.

-¿Dónde se ubica entonces el actual presente? ¿Es la peor etapa en los 114 años de historia del Deportivo?

-Sin duda. Estamos asistiendo a un momento incluso peor que “a longa noite de pedra” que supuso el periodo que va de 1973 a 1991, sin pisar el Deportivo la Primera División, con una temporada en Segunda y otra en Tercera. Esperemos finalizar en unos meses esta pesadilla de no integrar la liga profesional.

-Pero se puede seguir cayendo… ¿O ya se tocó el fondo? ¿Cuáles serían las prioridades para salir de este pozo?

-¿Pero podría todavía ser peor? Yo pienso que no. Mi receta sería abordar las cuestiones básicas que provocaron esta situación: la unión del deportivismo alrededor de un serio proyecto futbolístico trienal o quinquenal que sea en verdad atractivo para una afición tan extraordinaria y desilusionada como en este momento.

-Si pudiera incorporar a un futbolista de su época como presidente para reforzar esta plantilla, ¿cuál sería el indicado para este momento y por qué?

-Se necesita en una situación tan difícil un líder natural, que lo sea no sólo en todos los terrenos de juego: en el campo, en el vestuario, en los despachos del club y en la calle. Por eso me inclinaría por “El Flaco” Valerón, que me ha demostrado, en los momentos más complicados, que puede realizar todo eso de forma brillante.

Fran Lendoiro Deportivo La Coruña

-¿Qué opina del torneo de Segunda B? Desde afuera, al menos, se ve bastante desordenado y difícil de entender…

-Es una locura. Parece inspirado por el enemigo de Rubiales. Una especie de un Caballo de Troya en la RFEF, con 102 equipos, 10 subgrupos... Ni es una Liga, ni una Copa. Es una lotería. Una desgracia, pero es lo que hay.

-¿Puede haber un regreso de Lendoiro para tomar las riendas del club?

-No. Yo lo que le he ofrecido a todos los presidentes del Deportivo es colaborar con ellos en lo que estimen conveniente, aunque tengo que reconocer que sin éxito alguno, porque ninguno de ellos ha querido aprovechar mi experiencia... Y observo que el futuro no parece que vaya a ser muy diferente.

-Después de sus 25 años como presidente del club, y tras esos años de oro, aparecen cientos de versiones sobre su figura y sobre cómo el Deportivo pudo pelear a la par del Real Madrid y el Barcelona. Versiones de todo tipo que usted conocerá mejor que nadie. Que el narcotráfico, que Amancio Ortega, que los negocios extraños, etcétera… ¿Alguna de esas versiones le duele o le sorprende más que otra?

-Ni me sorprende, porque se decía, ni me duele, porque sólo un indocumentado y malintencionado podía acusarnos entonces de pelear, de tú a tú con el Madrid y el Barça, gracias al dinero del narcotráfico... Y sólo un desconocedor absoluto de la personalidad del gran Amancio Ortega podría pensar que pusiese sus millones a disposición del Deportivo, cuya financiación era tan clara y limpia como la deuda que reconocía en sus cuentas el club con Caixanova, Caixa Galicia, Banco Gallego…

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-La última, ¿cómo analiza el presente del fútbol gallego? ¿Cómo lo calificaría?

-De muy triste. ¡Qué diferencia con aquella época en la que Deportivo, Celta y Compostela luchaban por los puestos de honor de LaLiga de Primera! Un ejemplo: el Deportivo, hace 20 años, era el favorito, con Real Madrid y Boca Juniors, para proclamarse campeón del Mundial de Clubes del 2001, que se suspendió... Y hoy, después de 40 años, pisamos de nuevo la Segunda B. ¡Quién lo podría pensar!

El Caso Fuenlabrada, esa herida que no cierra

La suspensión del Deportivo-Fuenlabrada, el pasado 20 de julio, provocó denuncias, acusaciones, debates y heridas que siguen sin cerrar. El caso no sólo fue deportivo, sino que fue también político, sanitario y judicial.

-¿Cómo vivió usted el Caso Fuenlabrada? Se metió hasta la alcaldesa de Coruña, la señora Inés Rey…

-Lo viví impresionado, observando cómo se podía saltar, sin rubor alguno desde LaLiga, RFEF y CSD, una de las poquísimas normas históricas, y no es por casualidad, que permanecen en el fútbol: la disputa unificada de la última jornada de liga... Y en esta ocasión acompañada de saltarse todas las más básicas normas sanitarias nacionales. Por eso la alcaldesa, la Xunta de Galicia y el club acudieron a la justicia ordinaria, que espero que ponga orden en tanto despropósito como se produjo.

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