+18 | Publicidad | Aplican Términos y Condiciones | Juega con responsabilidad | Principios editoriales
Thomas LemarWeb Club Atlético Madrid

Cuando todo el mundo tiene un plan, Thomas Lemar

Ruben Uria BlogGoal

"Todo el mundo tiene un plan hasta que recibe un puñetazo". Mike Tyson, que se partió la cara contra la vida y refundó la palabra terror en un ring, sabía cómo desmontar cualquier plan. Sacaba su puño a pasear y los tipos se hacían añicos contra el suelo. Thomas Lemar, camarón de Guadalupe, tenía un buen plan. Fichó por el Atlético de Madrid, llegó al Metropolitano para jugar con su amigo Antoine y vio cómo el club rojiblanco pagaba 72 millones de euros para hacerse con sus servicios, después de que el Barcelona no se atreviese a pagar los 100 "kilos" que le exigían por el 100% de su pase. Lemar tenía un plan y entonces, recibió el primer puñetazo. No se adaptó al fútbol del Cholo, un estilo contracultural respecto al de la Ligue-1. Después llegó un segundo puñetazo. La competencia interna. Después recibió el tercero, el mejor estado de forma de otros compañeros. Después llegó el cuarto, la suplencia. Más tarde, paró con la cara el quinto: el rechazo de la prensa. Y por último, besó la lona cuando recibió el puñetazo más letal de todos: el desprecio de su propia afición, que renegó de él y le convirtió en carne de meme. Nadie daba un euro por Lemar. 

Saco de los golpes habitual y piñata humana por costumbre, Lemar tuvo que refugiarse en sí mismo. Mientras le ponían a caldo en las redes sociales, se le deseaba que cogiera el Covid-19 - uno no recuerda algo tan asqueroso durante años-, mientras le silbaban en su propia casa y se le buscaba una posible salida, Thomas Lemar se fijó una meta: trabajar, creer y perseverar. Ni una mala palabra salió de su boca. Apretó los dientes, hizo examen de conciencia y decidió entregarse, en cuerpo y alma, al tipo que se negó a que fuera cedido, porque todavía creía que podría recuperarle. Simeone, que llegó a creer en Lemar más que el propio Lemar, trabajó con él. Selló las grietas de su confianza, fue itnroduciéndole en la dinámica de grupo de a poco, le administró minutos y cuando quiso levantar la vista, había forjado un jugador no sólo capaz de ser titular, sino un futbolista capaz de recorrer el espinoso camino que propone el argentino: no negociar el esfuerzo. 

El Cholo insistió, para sorna de los que creían que Lemar era una causa perdida y un alma irrecuperable. Y el chico, después de dos años de sufrimiento, puso todo de su parte para cumplir el axioma sagrado del cholismo. Si se cree, y si se trabaja, se puede. Lemar creyó y trabajó. Más que nadie. Salió del agujero moral en el que se encontraba a golpe de conducciones eléctricas, se ganó la confianza del vestuario a base de pulmones, derrumbó la puerta de la titularidad a base de tesón y acabó logrando lo más difícil que existe en el fútbol, cambiar pitos por aplausos. Lemar tenía un plan y la vida se lo desbarató a base de recibir puñetazos. Nunca se rindió, paró los golpes con la cara y tuvo la valentía de no rendirse. Su premio, ser un jugador renacido. Del dolor a la resurrección, Lemar personifica todos los valores que predica el señor de negro que lleva diez años en el club. Hacer posible lo que otros dicen que es imposible. Conduce con elegancia, maneja barbilla arriba, rompe líneas, pisa área, trabaja sin balón, regatea de cine y se ha ganado el respeto de los que le despreciaron. Ha roto el bloqueo mental que sufría, se ha liberado de las pesadas cadenas del fracaso, vuelve a ser el jugador que era y tiene el depósito lleno de confianza. Simeone le ha dado permiso para comerse el mundo y Lemar está en ello. 

Rubén Uría

Anuncios

ENJOYED THIS STORY?

Add GOAL.com as a preferred source on Google to see more of our reporting

0