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Grandes detalles y lesión: así fue el ilusionante debut de Joao Félix con el Atlético de Madrid

Joao Felix está omnipresente en los alrededores del Wanda Metropolitano. En el escaparate de la tienda, su nombre y el de Morata. En los vomitorios, camisetas con el 7 y, salvo algún despistado, ya no con el nombre de Griezmann, Es la mayor estrella del equipo, el traspaso más caro, la mayor ilusión. Y es normal es un talento de esos que no hay muchos y que deslumbran. No importa que hace cuatro meses no supieran de su existencia y hace dos no esperasen nada de ese carísimo fichaje. Es obvio que en esas piernas no hay un jugador más.

Su jugada, la jugada, llegó en el minuto 53. Estaba en el centro del campo, un poco retrasado porque el equipo se había quedado con diez y le llegó el balón. Arambarri le encimó, seguro de que se la iba a robar, pero estaba a punto de quedar en evidencia. Joao le pasó el balón por debajo de las piernas y salió corriendo. De ahí, como atacante que es, siguió la carrera y se topó con Bruno. Le dio por parar de nuevo y también por arrancar. Porque es curioso Joao, no corre de seguido, va frenando y acelerando. Es tremendo. Le hicieron penalti, por supuesto. 

Morata lo falló, pero las conclusiones no depende de ese éxito final. Joao Felix arranca y para, levanta la cabeza, otea el horizonte y ataca la portería. Como los grandes. Es evidente que no le darán un balón de oro por una carrera contra el Getafe, pero si esta va a ser la tónica general de su fútbol es seguro que pronto estará entre los mejores del mundo. Y la cifra no es entre los diez o veinte mejores del mundo, sino entre los dos o tres. 

Más cosas que sorprenden en él: la fuerza. Porque cuando se le ve en televisión parece un jugador pequeño, pero en persona cambia un poco la percepción. Es más alto de lo que aparenta y más fuerte de lo que marca su espigado cuerpo. Los defensas del Getafe, que tienen fama de ser como forajidos de 'Grupo Salvaje', chocaban con él y salían perdedores de esos cruces. Es difícil saber cuál es la ley física que le mantiene en pie, pero el caso es que sigue caminando. 

Le quedan tardes de gloria y también un buen número de patadas recibidas. Cuando eso pase, que pasará -no hay que ser adivino para saberlo-, tendrá al Metropolitano de su parte, para defenderle sin ninguna duda. El cariño de la grada es infinito. Le han acogido como si fuese un estudiante de intercambio, recién llegado, al que hay que tener en palmitas y demostrarle que ha llegado a la mejor casas de todas las posibles. Recibió cuatro entradas Joao Felix, una de ellas bastante fea de Fayçal, y en todas ellas la reacción del Metropolitano fue abrumadora. Pitos, bronca y miedo. No se toca a Joao. 

Tuvo que ser sustituido, también para librarle un poco de seguir recibiendo. Acabó algo tocado. Tuvo una jugada de gloria y un partido más o menos normal. 16 pases, más aciertos que errores, un buen porcentaje. Es también un jugador seguro. Lo gordo, en todo caso, fue esa acción, solo esa, ya da pistas de lo que está por venir. Y son pocos los que pueden dejar esa imagen. Si es que hay alguno en su edad. 

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