Gil Marín cantó ‘La Traviata’. Hizo verbo lo que su afición denuncia. Que, en caso de duda, la moneda siempre cae del mismo lado. Sigan. La realidad es que los clubes se quejan de un sistema que alimentan y no arreglan, porque es más cómodo permitir que los árbitros siempre sean los culpables. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Aquí la receta está clara y se aplica sin colores. Si pierdes, a llorar, al Carmen. O a ‘La Llorería’. ¿El sistema? No hay conspiración. Lo que hay es instrucción. Consiste en evitar el mayor ruido posible, porque todo el mundo sabe lo que conviene. Esta es la primera vez que la afición del Atleti está a favor de algo que hace su consejero delegado. ¿Por qué? Pues porque al final de la película, el comunicado de Gil habla de algo tabú en este país. Del entorno del Madrid y su influencia. Hasta la fecha, Gil Marín, no ha recibido respuesta oficial del Madrid, sino de su entorno. De sus pagafantas y mascachapas. Toshack solía decir que cuando uno se compra un perro no debe ladrar, porque para eso está el perro. A ladrar.
Dicen que Gil Marín es victimista y culpa a los árbitros de su temporada. Basta saber leer o tener ganas de hacerlo para llegar al tercer párrafo del comunicado: “Los responsables de no haber pasado de la fase de grupos de la Champions y de estar a 7 puntos del tercer clasificado, somos nosotros”. Una que te meto, Aniceto. Dicen los corifeos de Florentino que el Atleti no puede quejarse del arbitraje porque hace años Simeone dijo que veía la liga “peligrosamente preparada” para el Madrid y que, ese año, el título lo ganó el Atleti. Mentira. Aquel título fue para el Barça. Ya lo dijo Luis: “Máteme, pero no mienta”. Nadie rectifica y se miente con impunidad, porque conviene. Dicen que el Atleti es un club llorón, pero no se recuerda ningún comunicado del Atleti tras el arbitraje sufrido en una final de Champions donde el único gol legal lo marcó el Atleti. Cero portadas.
Dicen que el Atleti está acomplejado y presiona a la federación, pero salvo mejor opinión, no fue el presidente del Atleti el que hizo una llamada al presidente de los árbitros, como reveló Tebas, señalando que desde ese día, hubo un antes y un después en el VAR. Dicen los amanuenses de guante blanco que la crítica de Gil Marín hacia el arbitraje es exagerada, pero no fueron los periodistas del Atleti los que colocaron a un árbitro en portada, le llamaron verdugo y le pusieron en la diana. Dicen los badulaques mediáticos que Gil Marín hace el ridículo, pero la verdad es que los que hacen el ridículo son los que están criticando a Gil Marín más por este comunicado que por aquella apropiación indebida que callaron como meretrices. Dicen que Gil Marín ha tocado fondo por criticar el sistema arbitral, pero curiosamente los que lo sostienen son los mismos que engordaron la patraña del ‘Villarato’, el efecto placebo del madridismo. Soplar y sorber, no puede ser.
Dicen que Gil Marín merece sanción por decir que dejar al Madrid con 10 jugadores en su estadio son palabras mayores, pero la gente que tiene televisión en casa, pudo ver cómo Nacho, con una amarilla, impedía ante la Real un saque de banda del rival tocando la pelota con la mano, sin ser expulsado. Como si jugase en los Milwaukee Bucks y fuera el primo de Antetokounmpo. Antes pudo haber penalti a Rudiger, pero eso es interpretación. Lo de Nacho, como lo de Imanol después, era reglamento puro y duro. Dicen que Gil Marín va de víctima, pero ha bastado sólo un partido para comprobar que, parece que dejar al Madrid con 10 jugadores en su estadio son palabras mayores, porque solo así se entiende que un árbitro no aplique el reglamento y mire para otro lado. Ahí no hay interpretación posible. Solo reglamento. Y cuando otros clubes lo denuncian, cuando hay imágenes que no admiten debate, la perrera ladra. Cuando un dedo apunta al cielo, el tonto mira al dedo.
Rubén Uría