+18 | Publicidad | Aplican Términos y Condiciones | Juega con responsabilidad | Principios editoriales
Ruben Uría Blog

Antoine y una partida de dados en bucle infinito

Parón de selecciones. Campo abonado para rumores, fichajes y venta de humo. Días en los que la industria periodística recurre a una práctica ya tradicional: como no hay noticias, se fabrican por inercia. Lógico en un contexto en el que las empresas han sucumbido a la dictadura de las audiencias y los periodistas hemos dado por bueno el régimen del click. En el caso del Real Madrid y del Barcelona, la práctica es habitual. El negocio, para vender más, consiste en contarle a la plebe qué jugadores van a fichar. En el del Atlético, la dirección es la contraria: sólo importa quién se va a ir. No hay parón de selecciones en el que este periodismo de nuestras entretelas no juegue a colocar, por tierra, mar y aire, a jugadores del Atleti, con contrato en vigor, fuera del Atleti. No importa si se quieren ir o no, si tiene ofertas o no, si son felices o no, si abren la boca o si hay caso o no, porque el orden de los factores no altera el producto: no hay parón de selecciones donde un jugador del Atleti no suene para irse del Atleti, porque aquí da igual ocho que ochenta que ochocientos cincuenta.

El blanco fácil es Antoine Griezmann. El pasado verano, los inventores del gotelé nos contaron, con profusión en el encabalgamiento, que Antoine se iba, que no era feliz, que ya tenía una casa en Pedralbes y otra en Cadaqués, que se iba al Barcelona porque quería luchar por títulos y que tenía incluso un precontrato firmado con una cláusula de penalización. El tema acabó como acabó. Con Antoine anunciando que se quedaba en un documental que dejó la credibilidad y dignidad de medio periodismo deportivo a la altura que la espalda pierde su casto nombre. Como pedir disculpas no está de moda y el rigor cabe en un sobre, el periodismo pasó página y cargó baterías. Como el que se iba a ir del Atleti no se fue, se puso a buscar munición y cargó el rifle. Y ahora, pura rabia, dispara.

Después del ridículo mundial, los profetas se rearmaron con dos balas de plata para justificarse. La primera, que Antoine cobra 23 millones netos al año por temporada – el Barcelona le iba a pagar en Sugus de piña y fresa, ya saben-, algo que muchos periodistas han repetido, como papagayos amaestrados en cada tertulia, radiofónica o televisiva, estableciendo ese parámetro como dogma de fe. Cifras que nadie del club confirma y que, curiosamente, ningún periodista consulta cuando tiene la oportunidad de hacerlo con los propietarios de la entidad, que no son precisamente los peores enemigos de una industria que les lava los pies con agua de rosas. La segunda bala que el periodismo dispara a discreción es la frasecita de la mesa. Esa que dijo Antoine y que se usa, como arma arrojadiza, para restregársela, aprovechando el cartucho porque la caza no abunda mucho, como si esa declaración fuera incompatible con ser el mejor jugador del Atleti y uno de los mejores del mundo. Resumen: cobra mucho y no se sienta en la mesa. Así que como el Atleti está sin Champions, sin Copa y sin Liga, el tiro a Antoine ya es deporte olímpico.

Con la coartada del parón de selecciones, leña al mono que Griezmann es de goma. Después de moralizar a Simeone sobre la exigencia, ahora el objetivo es Antoine. Se vuelve a comentar, decir, rumorear y asegurar que quiere irse y se está ofreciendo. El chico no ha abierto ni la boca, pero por lo que nos dicen, ya está fuera. Un día porque habla su hermana, otro que lo hace su descubridor, al siguiente que su cláusula cambia – es el mayor misterio de la humanidad, porque crece o decrece a gusto del consumidor- y mañana que habrá otro documental. Si Antoine no habla, palos. Y si habla, palos. Haga lo que haga, cera.  Servidor no tiene ni idea de si quiere salir del Atleti, si está feliz o no y tampoco sabe qué le pasa por la cabeza. Lo que sí sabe es cómo está montado el tinglado y que este asunto está más claro que el caldo de un asilo. Antoine, como jugador del Atlético de Madrid, está sometido por lo que queda del periodismo a una partida de dados en bucle continuo. Si saca del uno al cinco, le cae un palo. Y si Antoine saca seis, vuelve a tirar. En bucle infinito.

Rubén Uría

Anuncios

ENJOYED THIS STORY?

Add GOAL.com as a preferred source on Google to see more of our reporting

0