Cuando Jorge Sampaoli llegó a dirigir a Santos , se aferró a sus mayores convicciones: iba a armar un equipo de fútbol que tuviera todos sus matices. No tenía un gran plantel y la última temporada del Peixe no había sido la mejor. El presupuesto estaba muy lejos del resonante Flamengo -que acaba de repatriar desde Europa a Rafinha y a Filipe Luis- o del trabajadísimo Palmeiras.
Sin embargo estaban las ideas. El juego de posesión y la presión, como estandartes. A mitad del Brasileirao, el Peixe -que tiene a Yeferson Soteldo como gran figura- es sensación en el fútbol brasileño por haber logrado la punta en solitario, con 29 positivos, tras sumar su sexta victoria consecutiva al derrotar 3-1 al Avaí y aprovechar el empate del campeón frente al Vasco da Gama. En aquel encuentro, el venezolano deslumbró por una gran jugada que terminó en el gol de Carlos Sánchez para el 2-1 transitorio.
El Palmeiras de Scolari parecía imbatible. Ningún equipo se mantiene alto todo el tiempo, todos los días. Primero, el Verdao empató el clásico contra Sao Paulo, luego cayó contra Inter por la Copa de Brasil y después frente al Ceará 2-0. Este sábado igualó 1-1. Así, se estancó en los 27 puntos. A su vez, Flamengo mantuvo la tercera posición al remontar 3-2 el clásico carioca frente al Botafogo en partido disputado en el Maracaná y sumar 24 puntos.
"No podía imaginar este afecto de los fanáticos. Estoy feliz con la aceptación que tuve aquí en un país que no es mío y con personas que me tratan tan bien" , declaró Sampaoli, al terminar el encuentro. "Hoy llenamos el estadio" , destacó tras haber llegado a la punta. Una cima que nadie esperaba. Menos sabiendo que, tras la vuelta de la Copa América, el equipo del casildense tenía que jugar de visitante dos partidos seguidos, contra Bahía y Botafogo. Pero logró el mejor resultado en ambos. Ahora recibirá a Goiás el próximo domingo.
Santos exhibe características que sorprenden en el estilo del fútbol brasileño: una presión que es un calco del Liverpool de Jurgen Klopp, con los tres delanteros volcados a anular la defensa rival; un juego de posesión que no se desespera por perder la pelota y dominar el campo; una intención de jugar igual en cualquier cancha; y, sobre todo, una defensa que achica el espacio. Todos detalles que alguna vez se le vieron a la Selección chilena, a Universidad de Chile y al Sevilla del mismo entrenador, pero que nunca lograron aparecer durante su corto ciclo en la Selección argentina.
Próximo partido
Brasil, que conocía a Sampaoli desde los días en que Chile casi lo saca del Mundial, disfruta de un entrenador que parece haberse sacado de encima la mochila de haber dado un mal paso con la Albiceleste en el Mundial de Rusia. El sello del Santos, un equipo no preparado para salir campeón, es su firma y bien vale subrrayarlo: la mejor versión de Sampaoli está de vuelta.
