Mario Balotelli Nice Monaco

La larga y triste historia de Balotelli y la discriminación racial

El 13 de agosto de 2008, un día después de cumplir los 18 años, Mario Balotelli recibió -tardíamente- la ciudadanía del país en el que había nacido. "Soy italiano", declaró en ese entonces y con orgullo el delantero de Inter. "Me siento italiano. Siempre jugaré para la Selección italiana. Esto es incluso más emocionante que hacer mi debut en la Serie A, es el mejor regalo de cumpleaños que podría recibir", se emocionó y fue por más: "Ahora, el mayor regalo sería un llamado para unirme a la Selección de Italia, aunque me encantaría jugar para la Sub 21".

El segundo deseo de Balotelli se otorgó rápidamente y, el verano siguiente, fue seleccionado para representar a su país en el Campeonato de Europa Sub 21. Justo antes de la partida del equipo de Roma para el torneo en Dinamarca, el entrenador Pierluigi Casiraghi les permitió a sus dirigidos tener un tiempo libre. Durante un paseo por 'La Ciudad Eterna', Balotelli y algunos de sus compañeros se acercaron a un grupo de hinchas, que discriminaron a Balotelli arrojándole bananas. Ante tan despreciable provocación, Balotelli se mantuvo en calma. "Mario se comportó de manera excepcional", dijo Casiraghi después.

El, en ese entonces, joven de 18 años rechazó la oferta de presentar una queja, calificando al incidente como "nada". Pero no fue nada para él. Él ya lo había visto y oído todo antes. Incluso a esa edad, Balotelli se había acostumbrado a ser blanco de los miembros más ignorantes de la sociedad.

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Su mera presencia en el equipo Sub 21 ya había provocado la furia entre los participantes de los foros en sitios de derecha como Stormfront y White Front. La presencia de un jugador hijo de padres ghaneses pero adoptado por una familia italiana era aparentemente demasiado para ellos. Lamentablemente, no estaban solos en ese sentido.

En abril de 2009, Balotelli sufrió abusos raciales por parte de los aficionados de la Juventus durante el empate 1-1 del Inter con los Bianconeri en Turín. "No hay italianos negros", cantaron. El presidente Massimo Moratti estaba entre los indignados por los cantos. "Si hubiera estado en el estadio, en un cierto punto habría dejado mi asiento, hubiera salido al campo y hubiera quitado al equipo", dijo a la Gazzetta dello Sport y se indignó: "Parecían orgullosos y felices de cantar esas cosas. Este es terrible."

Las autoridades, como era de esperar, no consideraron tal conducta tan ofensiva y simplemente ordenaron cerrar parcialmente una sección del estadio de Juventus por un partido.

El entonces presidente Giovanni Cobolli Gigli emitió una disculpa pública a Balotelli y pidió el fin de tal comportamiento, pero sus palabras no tuvieron peso. En el siguiente encuentro de la Vecchia Signora, de visitante ante Chievo, los hinchas continuaron su campaña de odio contra Balotelli. "Si saltas arriba y abajo, Balotelli morirá", rugieron desafiantes.

Para la Eurocopa 2012 Balotelli ya no estaba dispuesto a ignorar los insultos. "No aceptaré el racismo en absoluto", declaró en Polonia y se puso firme: "Es inaceptable. Si alguien me arroja una banana en la calle, iré a la cárcel porque los mataré". Sin embargo, se mostró ilusionado con que en la Eurocopa las cosas sean diferentes: "Pero veamos qué pasa en la Euro. Espero que no haya problemas".

No fue así. Balotelli fue discriminado por los fanáticos de Croacia y España. El sitio web estadounidense Stormfront fue cerrado en Italia después de decir que Balotelli era "negro y judío. Debería jugar para Israel, no para Italia".

El año siguiente, el partido de Milan contra Roma fue suspendido por un minuto y medio debido a los cánticos racistas contra el delantero que, lejos de victimizarse, defendió a sus compatriotas argumentando que la pequeña minoría que abusaba de él era más ignorante o celosa que racista o prejuiciosa.

"Las personas racistas son pocas y no se puede hacer nada para cambiarlas. Puedes hablar, puedes hacer lo que quieras, pero no puedes hacer nada porque sólo son personas estúpidas",  dijo a la revista Time donde también declaró: "Cuando no era famoso tenía muchos amigos, casi todos italianos. El racismo sólo comenzó cuando comencé a jugar al fútbol".

Desafortunadamente, la discriminación nunca se detuvo, sin importar a dónde juegue. Fue abusado racialmente mientras jugaba para Manchester City en Portugal y ha sido objeto de abusos raciales jugando para Niza en Francia.

El año pasado fue sometido durante un juego contra Bastia, cuando parte de la hinchada realizó cantos de mono en su contra. Esto provocó que el local jugara tres partidos a puertas cerradas.

La semana pasada fue sancionado después de quejarse al árbitro sobre el abuso que recibía de los hinchas de Djion. Es la víctima la que ahora está siendo castigada y no el culpable, es decir, las cosas han cambiado pero no para mejor.

Alguna vez le preguntaron a Balotelli cómo lo hacía sentir el abuso racista incesante. Él respondió: "Un poco solo". Es muy triste, pero eso sigue siendo tan cierto hoy como lo era hace una década.

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