Goal"Aquí siempre serás leyenda y allí siempre serás uno más". Erika Choperena, pareja y Pepito Grillo particular de su compañero, profetizó lo que pasaría. Y cuando Antoine quiso procesar que había ignorado un gran consejo, ya era demasiado tarde. Se había equivocado. Su condena, dos años en la silla del dentista. De top-ten mundial a sospechoso habitual. De crack indiscutible a piñata humana. De ídolo a blanco fácil. De formar parte de una gran familia a jugar cada día una partida de dados en la que, si sacaba del uno al cinco le ponían a caldo y, si sacaba seis, volvía a tirar. De ser feliz a dejar de serlo. Erika tenía razón. No era la primera vez, ni tampoco será la última, que un jugador que lo tiene todo decide cambiar de aires y meses después, comprende su error. Antoine lo ha sufrido en sus carnes. Ha pagado un precio altísimo. Convivir con su error y tragar una tonelada de porquería diaria.
Acusado, juzgado y condenado por el intolerable crimen que han cometido cientos de profesionales, cambiar de equipo, Antoine pagó caro su desliz: se le pasó factura con el rechazo sistemático de los culés y con el desafecto de todos los que le habían querido en el Atleti. Que Antoine, víctima de su decisión, no es un mártir, es evidente. También lo es que no merece cadena perpetua, ni una celda con olor a fosa séptica. No es ningún criminal, no ha matado a nadie, no ha robado ningún banco, no ha estafado a los contribuyentes y tampoco fue el asesino de JFK en Dallas. ¿Quién no se ha equivocado alguna vez? ¿Quién no la ha cagado en esta vida? Todos. La diferencia es que no todos hemos tenido la fortuna de tener una segunda oportunidad para poder enmendar nuestros errores. Y en el caso de Antoine, el Atleti lo ha hecho posible. La vida le ha besado en la boca y le brinda la opotunidad de sacar la pata de donde la metió. Vuelve a la que siempre será su casa, al lugar del que jamás debió haber salido y al seno de la familia en la que fue feliz.
¿Le recibirán con reproches? No sería extraño. ¿Cambiará pitos por aplausos con sudor y goles? Sería lo justo. Habrá quien hable de dignidad y valores. Y estará en su derecho. Ahora bien, sin pretender blanquear a Griezmann, porque Antoine no es ningún mártir, sí conviene plantearse qué parte de la historia es verdad y cuál se corresponde con un relato ficticio que se engorda, con el ánimo de echar sal a una herida que, por el bien del Atleti, necesita cicatrizar desde la normalidad. Del Atleti han salido muchos, no sólo Antoine. En Turín no dio la talla nadie, no sólo Antoine. Negociar con otro estando en el Atleti lo han hecho muchos, no sólo Antoine. Nadie lo justifica, pero tampoco da como para montar un consejo de guerra. No se hizo con Costa, ni con Filipe, ni con Torres. Todos tuvieron una segunda oportunidad. Y se la merecieron. Antoine también. No se trata de repartir carnés de buenos y malos atléticos. Se tata, simplemente, de ser justo. Antoine quería volver, el vestuario quería su vuelta, el club quería su regreso y Simone soñaba con hacerlo realidad. Llega en unas condiciones económicas ventajosas, para ser la guinda del pastel de una buena plantilla y para potenciar que el Atleti defienda su corona de campeón.
Vuelve para redimirse, para volver a ser feliz y para devolver la confianza a los que la perdieron. Se va a enfundar la rojiblanca otra vez. Y eso siempre está por encima de filias y fobias, encantos y desencantos. La vida le concede una segunda oportunidad, llega motivadísimo, con ganas de comerse el mundo y con el permiso del Cholo para comérselo. Los atléticos tienen todo el derecho a opinar y sentir como quieran. Lo que no tiene debate es que el Atleti necesita jugadores que quieran estar en el Atleti y no salir del Atleti. A Antoine le espera lo más difícil que existe en el fútbol. Cambiar pitos por aplausos. Lo hará. Allí fue uno más y aquí volverá a ser leyenda. Quiere volver a ser feliz, necesita volver a serlo y merece una segunda opotunidad para conseguirlo. Que nadie se la niegue, porque todos nos hemos equivocado alguna vez. Hazlo posible, Antoine. Hazlo posible, Atleti.
Rubén Uría




