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Daniele De Rossi Boca Almagro Copa Argentina 13082019Marcelo Endelli/Getty Images

Las escuetas estadísticas de De Rossi en Boca: ¿qué deja su experiencia en el fútbol argentino?

Su investidura lo precedía. Campeón del mundo con Italia en 2006 e ídolo indiscutido de un gigante como la Roma, su transferencia funcionaba, por sobre todo, como una certeza en un océano de rumores. El representante de que lo que solo parecía una locura, podía transformarse en una realidad. De todos esos nombres rimbombantes que sonaron, pero que nunca llegaron. Daniele De Rossi desembarcó en Brandsen 805 un lunes 29 de julio como contrarelato contemporáneo. De Europa a Sudamérica, para cumplir un sueño.

POR QUÉ SE VA DE ROSSI DE BOCA

Los cinco meses que el romano estuvo en el fútbol argentino tuvieron de todo. Literalmente. Es hasta casi poético que su camino se haya desandado de la manera en que lo hizo: la experiencia sudamericana lo recibió con una agenda recargada desde lo deportivo, pero también desde lo social, lo político y lo económico, que solo sirven para profundizar conceptos estereotipados y eurocentristas de los países latinoamericanos. Múltiples devaluaciones -cuando se bajó del avión, el dólar estaba 43 pesos y, cuando se fue, 63$-, estallidos populares y tres elecciones -las PASO, las presidenciales y las del club- pasaron por delante del futbolista. 

Desde el cuerpo técnico de Gustavo Alfaro siempre aseguraron que si bien su ritmo de juego era impecable, el problema estaba en su estado físico y el roce que exige esta latitud. Entonces, la burbuja se empezó a pinchar. El deseo de disfrutar a alguno de esos apellidos importantes acá, como allá disfrutan a los de acá, volvía a estar más cerca del delirio habitual que de la convicción del presente. Claro, no es lo mismo un joven de veintipocos con toda su carrera por delante que uno de treintailargos más bien cerca del retiro. 

En ese contexto, De Rossi jugó cinco partidos por la Superliga, uno por la Copa Argentina y uno por la Copa Libertadores. De los siete encuentros, cuatro fueron como titular. Salió al campo de juego de La Bombonera tres veces, una sola desde el arranque -Aldosivi- y las otras dos como suplente -Unión y Liga de Quito-. Sumó 432 minutos y fue al banco pero no entró en cinco ocasiones. Disputó un Superclásico en el Monumental, quedó eliminado -aunque sin jugar- ante River en el certamen continental y logró convertir un gol, en su debut, ante Almagro -serie que el Xeneize terminaría perdiendo por penales-.

Fueron 151 días. Indiscutible desde el profesionalismo -cuentan que trajo una máquina de miles de euros desde Italia para ponerse al cien por ciento luego de una lesión- el saldo queda en deuda: subjetividades al margen, lo romántico no siempre se sobrepone a lo fáctico. "A mis colegas europeos les tendría que hablar de mi experiencia después de que esté acá, pero todos los jugadores deberían vivir lo que estoy viviendo yo ahora", decía cuando llegó. "Espero haber sido importante para haber abierto una nueva dirección para los jugadores europeos. Si alguno necesita algún consejo, que me pidan", ensayó como respuesta en su última conferencia de prensa.

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