GoalCuesta mucho explicar a esta España que una noche baila a Alemania, a la siguiente se estrella contra Grecia y unos días después se desespera para ganar en el descuento a Georgia. También lo es entender a un seleccionador que pone de lateral y manda al banquillo a Marcos Llorente, quizá el jugador más en forma de sus convocados, y no consigue desatar a Pedri, el chico de moda de la Liga. Por eso a la Selección, y sólo quedan dos meses y medio para la Eurocopa, se le ve como a la caja de bombones de Forrest Gump.
Lo malo es que en fútbol, cuando eres superior, las sorpresas suelen ser negativas. Luis Enrique, spoiler alert, se molestará en rueda de prensa, recibiendo las preguntas como balas, pero es de suponer que lejos de esa pose pública no tratará de engañarse a sí mismo, que andará preocupado. Porque la resaca del jueves ya le llevó el sábado una frase impropia de lo que ha demostrado como entrenador y representado como deportista, sacando pecho por "el mejor partido de mi carrera en defensa".
A estas alturas sabrá de sobra que con eso no basta. Que los dos tiros a puerta con un 80,2% de posesión en la primera jornada de la clasificación para Qatar 2022 no son estadísticas acordes a los futbolistas que maneja, tampoco los dos disparos con un 79,7% de balón para irse al descanso frente a Georgia perdiendo y con un tiro menos. El toque por el toque ni mareó a los de Sagnol ni aburrió a los más de 15.000 espectadores locales, que se olían que podía haber machada hasta que un zapatazo de Dani Olmo les chafó tanta alegría.
Es compatible haber pasado página de la mejor España de la historia, que nunca volverá, y esperar más de la actual. El único rastro de la Selección del Mundial y las dos Eurocopas en el once de hoy eran Jordi Alba y Busquets, doloroso recordatorio de que el tiempo avanza para todos y hay que renovarse. Pero no son necesarias las versiones más finas de ambos, ni la presencia del lesionado Sergio Ramos o de aquellos Casillas y Villa para no hacer el ridículo ante Georgia, 89 en el Ranking FIFA.
