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Entre locuras y dramas: Ricardo Centurión, el talento amado por Baggio

El 23 de julio de 2017, Roberto Baggio estaba en Londres como embajador de Diadora, la marca de ropa que en los noventa había vinculado su nombre al del campeón del Vicenza. Ahí accedió a una entrevista con el 'Corriere dello Sport' con motivo de su 50 cumpleaños. Habló de más y menos, de Pasadena, del pasado, del presente. de futbol En cierto momento el entrevistador, el periodista Tommaso Pellizzari, le pregunta: “¿Has visto por ahí a un nuevo Roberto Baggio, oa uno que de alguna manera pueda ser considerado su heredero?”. Roberto lo piensa y se le ocurre un nombre sorprendente.

“Quién puede ser mi heredero, no lo sé. Veo mucho fútbol sudamericano y, como hincha de Boca Juniors, me gusta mucho Centurión. Pero tiene que mejorar fuera del campo”.

Centurión es Ricardo Centurión. Exjugador del Genoa, también. En el momento de esa entrevista no tenía ni 25 años, ahora ha cumplido 30. Baggio no lo designó como su heredero, como informaron y escribieron muchos medios más adelante. Dios no lo quiera. También porque estamos hablando de un personaje que no podría ser más diferente. Una comparación inadmisible. Por el papel en el terreno de juego, por la conducta fuera del terreno de juego, por tantos -demasiados- episodios polémicos y controvertidos. Una serie alucinante de titulares, una mezcla desagradable con lo que hizo el "chico malo" Ricky con una pelota entre los pies. Muy poco, en comparación con las expectativas iniciales.

Genoa, es aún la única experiencia Centurión en Europa y lejos de Sudamérica. El club rossoblù se lo llevó en 2013 cedido con derecho a compra, y luego en 2017. En ambos casos la cosa fue bastante mal: la primera vez no llegó a la redención que buscaba, en la segunda, el argentino es incluso noqueado por Iván Juric, el entrenador de la época. Eso sí, en este último caso el DT tuvo su parte. Propiedad de Sao Paulo, cuando sabe que a Boca Juniors le gustaría traerlo de vuelta a Buenos Aires pierde la cabeza y vuelve a hablar con Genoa. Juric no se lo toma muy bien: "Se burlaron de nosotros". Pero al final, la mudanza a Italia se lleva a cabo de todos modos. No fue la forma más apropiada de (re) iniciar una relación.

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“Cuando fui por primera vez a Italia por el pasaporte -le contó Centurión a GOAL en 2018- hablé con el entrenador, que me dijo que me quería. Sin embargo, una vez de vuelta en Buenos Aires, se abrió la posibilidad de volver a Boca. Le había dado mi palabra al entrenador, por lo que era normal que el Genoa se sintiera engañado. Habían depositado su confianza en mí y la traicioné para venir a Buenos Aires. Con Boca no se hizo nada y realmente me fui a Genoa, pero a instancias de los directivos. Entonces llegué y ya era un paria. No podíamos tener una buena relación. Y en Genoa no es que tuviera adelante a Cristiano Ronaldo...".

Nunca ha tenido delante a un Ronaldo, Centurión. Sin embargo, no se abrió paso en la Serie A: doce fragmentos de partido en 2013/14, tres en 2017 y un par más en la Copa de Italia, ni siquiera la satisfacción de un gol o una asistencia. En su segunda etapa en Genoa, la última presencia en la liga se remontaba a septiembre.

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Centurión no supo aprovechar las innumerables oportunidades que le han brindado entrenadores y clubes. Sobre todo culpa de un carácter fumador y adicto al exceso, más que de un talento no a la altura. Una condición que viene de hace tiempo y que permanece inexorablemente ligado a una infancia pobre marcada por una tragedia imposible de dejar de lado como nada: cuando apenas tiene cinco años, su padre muere a causa de la explosión en la -ilegal- fábrica de fuegos artificiales donde trabajaba. Hay siete compañeros junto a él y ninguno se salva.

Es el primero de una serie de trágicos episodios que marcan profundamente la vida y el alma de Centurión. Años después, su mejor amigo, Gastón, se ve envuelto en una pelea afuera de un boliche y es golpeado en la cara por el puño de un menor. Ricardo es despertado por su madre, corre al lugar, se apresura a ayudar a su amigo mientras espera que llegue una ambulancia. Gastón, practicamente muere en sus brazos. Centurión diría más tarde que “ese fue el golpe más duro que he sufrido en mi vida”. Incluso más que la muerte de su padre.

Y otra vez: en 2020 Centurión también pierde a su novia, Melody Pasini. Apenas 25 años. La joven conducía su propio automóvil cuando sufrió un infarto. Pierde el control del vehículo y choca. Ricardo rehará una vida con otra chica, Jenifer Lauría, con quien en el verano del año pasado tuvo a su primera hija, Emma.

Si el contexto es delicado, los capítulos de la vida de Centurión también lo son. Son muy famosas las fotos en las que se inmortaliza al ex genovés con un revólver en la mano, sin camiseta y al borde de una piscina. Y anteriormente una imagen de él con una pistola ya se había hecho de conocimiento público. Cada vez que estalla la polémica, cada vez que Ricardo termina en periódicos y sitios web es por la razón equivocada. Su justificación es cándida: "Me gustan las armas, de niño las veía por todas partes". Al fin y al cabo, creció en Villa Luján, barrio de Avellaneda, “donde hoy ya no puedo entrar, porque los envidiosos me consideran un enriquecido, un símbolo de pesos”. Y siempre hay muchas armas disparadas allí. “Si naciera en un yate - dijo - me gustarían los yates”. Simple.

Una vez, como amante de la cumbia escuchada con el volumen al máximo, enloqueció a los vecinos, obligados a acudir a la Jefatura de Policía. En otra ocasión su novia de entonces, Melina Tozzi, lo denunció por agresión: “Me partió tres dientes y me tomó del cuello”. Y luego un accidente automovilístico en estado de ebriedad con posterior fuga y la negativa a someterse a la prueba de alcoholemia tras ser detenido por la policía argentina, etcétera. Quien más tiene, que más ponga. Y no es que el fútbol fuera precisamente sinónimo de serenidad.

“Cuando debuté en Primera División -dijo a un programa argentino- todo pasó muy rápido, todos juntos. Así que fumaba marihuana. Hoy hay controles antidoping sorpresa, y si te agarran es una mancha que ya no te quitas. Entonces era una vez a la semana. Pero sí, he experimentado con las drogas”.

Si fuera solo eso. Antes de un Superclásico de verano en Mar del Plata, Centurión vuelve a perder la cabeza y es captado por cámaras de seguridad cuando intenta agredir a alguien, apenas contenido por tres compañeros de Boca. En otra ocasión se involucra en una pelea en Lanús, durante una juntada con amigos. Y cuando no es convocado para un partido entre Racing y Atlético Tucumán, justificándose con un problema físico, al presidente Víctor Blanco no le importa ponerlo contra las cuerdas: “Bebió demasiado y no entrenó el sábado. Si tomás y te acostás tarde, es obvio que al día siguiente no rendís igual”.

Controversias, escándalos, anécdotas desagradables. Se podría escribir un libro sobre Centurión y decir que el talento futbolístico, que enamoró a la leyenda Roberto Baggio, también iría de la mano con los problemas. El equipo con el que más se identifica Ricardo es Racing. El club de susinicios, aquel en el que destaca. Una vez más, es una relación de amor y odio. Cuando es cedido por primera vez en 2013 al Genoa, le respondió con un mensaje no muy educado a un hincha que lo criticaba en Facebook por una tarjeta roja sacada contra Lanús en su último partido: "soy crack y voy a ser millonario. Lástima que vos vas a seguir laburando 24 horas".

Sin embargo, cuando el Genoa decidió no hacer uso de su opción de compra en 2014, Racing decidió volver a recibirlo con los brazos abiertos. Centurión regresó a Avellaneda e intentó enderezar cabeza. Los resultados se ven, porque con él la Academia gana un campeonato que le faltaba desde 2001. El hombre simbólico es un anciano Diego Milito pero Centurión marcó el gol del triunfo en el partido decisivo de la última jornada ante Godoy Cruz. Cuando el Príncipe cierra su carrera, es él quien hereda la histórica camiseta número 22.

La relación, ya interrumpida varias veces a lo largo de los años con traspasos a Sao Paulo, Boca y Genoa, termina definitivamente en 2019. Una vez más, no sin un doloroso desgarro. En febrero de ese año, Racing visita a River Plate. La historia en el Monumental iba mal, con un 2-0 sin historia para el conjunto de Gallardo. En el segundo tiempo, Chacho Coudet, técnico de la Academia, se gira hacia el banco y llama a Centurión: “Entrá vos”. Solo que Ricardo no se ve exactamente feliz. El entrenador lo mira fijamente: “¿Te estás cagando? Si no quieres entrar, decimelo”. Y el otro reacciona con un empujón: "Me estás entrando solo para recibir insultos de todos". Es un ex Boca, al fin y al cabo y ya había tenido dos polémicas, en la Copa Libertadores 2018 cuando fue eliminado por el Millonario y otra en donde había provocado a los hinchas de River haciendo con los dedos la señal del cuatro, en referencia a un 4-2 de 2016 con Boca en el que también marcó. Al final Centurión sale al terreno de juego. Pero su aventura ha terminado. Esta vez definitivamente.

El presente, luego de un pedacito de México con Atlético San Luis y el regreso a Argentina para rehacer una vida con Vélez Sarsfield y San Lorenzo, no vislumbra. La última vez que Centurión saltó al campo fue en abril. Hace seis meses. Luego empezó a faltar a los entrenamientos sin avisar y, cuando decidió volver, San Lorenzo le sacó de la convocatoria haciéndole entrenar con los juveniles, en horarios separados de los del primer equipo. Hasta el cansancio.

El contexto vuelve a ser muy delicado. Salimos de los confines del fútbol y nos adentramos, una vez más, en los de la esfera privada. y depresión A finales de septiembre, Radio La Red se puso en contacto con él y el ex Genoa se abrió por completo, en una especie de testimonio que también es un llamamiento desesperado:

“Me siento solo, es un momento difícil. Estoy cansado de la vida. He tenido ataques de pánico. Nadie me pregunta cómo estoy, nadie me mira a la cara. Mi teléfono no suena porque nadie me llama. Estoy triste, solo tengo a mi madre y mi novia, todos los demás me han dado la espalda. Ni siquiera puedo mirar a mi hija a los ojos, devolverle su amor. No sé cómo ser padre. No creo en nadie, ni siquiera en mí mismo. Necesito ayuda, pero ni los psicólogos ni los psiquiatras me la han podido dar”.

El salvavidas para sacarlo de las arenas movedizas puede ser el fútbol. En la misma llamada radial, Centurión admitió que "quiero volver a jugar y sé que lo haré". Pero no estará en San Lorenzo, que paró su préstamo hace meses. Y ni siquiera en Vélez, que formalmente tiene el carné hasta diciembre de 2023 y donde Ricardo intenta mantenerse en forma, regularmente asalariado. Separado del resto de compañeros, otra vez. “Me hacen entrenar por la tarde para no cruzarme con el primer equipo: hoy quería saludar a los demás, pero la seguridad me lo impidió. Ni siquiera puedo tomar un mate con ellos”. De la joya que hasta Baggio confesó admirar, ahora solo queda un vago recuerdo.

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