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En el nombre de Sergi Roberto

Sergi Roberto, titular’. Nada más conocerse el once, las redes sociales crepitaron y los críticos de sofá dictaron sentencia: El culé debía rezar todo lo que supiera, porque Xavi había cometido el intolerable crímen de alinear a un jugador acabado que deambula por el césped como un bulto sospechoso, que lleva años viviendo de las rentas, que es un viaje al pasado y cuyas prestaciones son las de un auténtico paquete. Que Dios les conserve la vista. La realidad es que Sergi Roberto fue uno de los mejores del Barça, que jugó con sangre en el ojo y que volvió a demostrar que, aunque no tenga prensa que le escriba ni le defienda, sigue siendo un jugador más que útil para la plantilla. 

Roberto, azotado con la misma saña con la que se fustiga a Jordi Alba, quiso hablar en el campo. Lo hizo alto y claro. Presionó sin desmayo, robó, condujo, se asoció y llegó cuado había que llegar, a golpe de corneta, en auxilio de un Barça que veía cómo se le escapaba una Liga que ya acaricia. Y el Camp Nou, que a veces es gélido pero se calienta cuando reconoce el esfuerzo, le premió con una ovación cerrada. La que merecía. No es un titular indiscutible, ni estrella, pero sigue siendo, pese a quien pese, un futbolista de nivel que complementa la plantilla y rinde cuando le necesitan. A eso cabe unir su actitud. Sin una mala palabra ni una mala cara, jugando poco y rebajándose el salario a la mitad, Sergi siempre ha aplicado la máxima de Cruyff: preguntarse qué puede hacer por el Barça y no qué debe hacer el club por él. Eso no se enseña en La Masia. Se tiene o no se tiene.

Su gol, un alarde de precisión en mitad de un bosque de piernas, fue una anécdota en mitad de un partido que se debe elevar a categoría, porque estuvo en todos sitios y jugó siempre con criterio. No para brillar él, sino para hacer brillar a su equipo. Sergi no es el más técnico, ni el más completo, pero estuvo intenso, fue competitivo, empujó al equipo cuando lo necesitaba y no escatimó un solo esfuerzo. Ni presionando, ni replegando. Sergi Roberto, que como Jordi Alba ha sido lapidado y azotado con extrema crueldad por los francotiradores de Twitter, fue el mejor jugador del partido. Eso no le da para ser titular, ni para tapar bocas, ni tampoco para renovar hasta 2030. En cambio, sí le da para que sus azotadores rebajen el tono y reconozcan que merece más respeto del que recibe. Una cosa es presumir de valores y otra, demostrarlos. Algunos presumen de tener valores. Sergi Roberto los demuestra.

Rubén Uría

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