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Marcos Llorente Atletico Madrid 2021Getty

En el nombre de Marcos Llorente (un año después de Anfield)

Ruben Uria BlogGoal

Fue un 11 de marzo, tal día como hoy. Marcos Llorente aparecía, majestuoso, poseído por una furia salvaje, para conquistar las praderas de Anfield, liderando la victoria de los poetas guerreros de Simeone en casa del entonces imbatible Liverpool. Fue el último gran partido con público antes del maldito virus. Fue el principio del fin de aquella máquina “red”. Y el origen de la explosión más potente e inesperada de la historia contemporánea del fútbol español: la de Marcos Llorente. Hoy se cumple justamente un año de aquel doblete mágico en Anfield y de aquellos comentarios maledicentes que se mofaban de Simeone por colocarle de delantero. Ya saben, que la verdad no te estropee un buen prejuicio. En apenas un año, Marcos Llorente ha protagonizado un cambio futbolístico digno de un guión de Hollywood. El Cholo le acercó al área y desde entonces, Marcos se ha convertido en un torbellino imparable. En pesadilla para los contrarios y bendición para los atléticos. Kubala decía que el fútbol era querer, saber y poder. En base a eso, Marcos es el futbolista total. Siempre quiere, siempre sabe y siempre puede.

Apoyado en una fortaleza mental extraordinaria y un físico espartano, Llorente ha superado todos los obstáculos que se le han puesto en el camino. No jugaba en el Madrid y demostró que valía para hacerlo. El Madrid le traspasó y demostró que cometió un error. Llegó al Atleti sin renunciar a su pasado y tuvo que demostrar con hechos su profesionalidad. Algunos se aferraron al “vikingos no” y Marcos se aferró a su trabajo. Simeone no le puso como titular y lejos de protestar, entrenó el doble. El Cholo no le terminó de ver como pivote y en los entrenamientos decidió acercarle al área, así que Marcos aprovechó su oportunidad. Siempre tuvo una solución para cada problema. Siempre creyó en sí mismo y siempre salió airoso de la dificultad. De mediocentro a delantero, de experto en robos a generar jugadas, de sacar la escoba a pisar el área, de brillar en la destrucción a romper defensas. Residual para Zidane y capital para Simeone, Marcos Llorente se merece todo lo que le está pasando. Trabaja para ser mejor, descansa para ser mejor, come para ser mejor y e sigue esforzando para seguir siendo aún mejor.

Un año después de que los gurús se rieran de Simeone por colocarle cerca del área, la realidad ha puesto a cada uno en su sitio. Marcos Llorente marca, asiste, remata, cabecea, pasa, regatea, genera, cubre, porfía, presiona, esprinta, gana siempre línea de fondo y sale ganador de cada duelo. Como en la fiesta de Blas siempre hay alguno que lleva una copa de más, muchos hablaron en el nombre de Marcos Llorente y lo usaron en vano. Como si fuera un "gag". Creían que Marcos Llorente sería una anécdota, otros que sería una moda pasajera, otros que acabaría bajando el nivel y la mayoría, que tenía un jardín botánico donde la espalda pierde su casto nombre. Las hojas del calendario han ido cayendo lentamente, como en otoño, hasta completar los 365 días. Y Marcos Llorente no sólo no es una moda, sino que es uno de los grandes nombres de esta Liga. Un manual humano del cholismo. Alguien que no negocia el esfuerzo y que vive convencido de que, si se cree y si se trabaja, se puede. Anfield no fue casualidad, sino principio de una explosión tan inesperada como maravillosa. Hace un año, Marcos Llorente exploró sus propios límites y desde entonces, vive empeñado en superarlos. Se rebeló contra sus circunstancias y es producto de sus decisiones. Marcos no tiene límite, ni techo. El éxito le persigue y es lógico. Siempre le encuentra trabajando.

Rubén Uría

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