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Queen & Maradona. 1981Fotografía de Neil Preston

El verdadero origen del “We Are The Champions”

Firma Paulo Futre Jr.Goal

Se suele decir que los aficionados son el jugador número 12. Basta ver como en plena pandemia, sin público en los estadios, se están rompiendo las estadísticas de victorias a domicilio. El calor del público ha marcado muchos goles.

Hace 45 años un grupo de música se dio cuenta que los fans también eran un miembro más de su banda. Y no una banda cualquiera. ¿Os suena Queen? Freddy Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor vivieron una experiencia que les hizo entender que en realidad no eran un cuarteto, sino que el quinto miembro de la banda era el público.

En 1976, al acabar un concierto, los fans empezaron a cantar espontáneamente la canción “You Will Never Walk Alone” de Gerry and the Pacemakers, el mítico cántico de la hinchada del Liverpool. Quedaron sorprendidos y desconcertados ante una experiencia tan emotiva. La perfomance musical había dejado de ser uni-direccional, para pasar a la ser bi-direccional: el público interactúa, forma parte del show. 

Ahora estamos muy acostumbrados a este tipo de complicidad con los fans, pero en su día no era nada habitual. Tal y como recordó el guitarrista Brian May en una entrevista reciente, entonces esas cosas simplemente no ocurrían en un concierto de rock. Por ejemplo era impensable que se diera en una actuación de Led Zeppelin. 

Inspirados en aquel momento, se pusieron manos a la obra para intentar incorporar a los fans como parte activa de su repertorio. El resultado se publicó en 28 de octubre de 1977 en el álbum “News of The World”. El disco empieza con “We Will Rock You”, ideada para que el público acompañara la percusión con sus palmas y cánticos.

En segundo lugar le sigue “We Are The Champions”. Escrita por Mercury, en su día mucha gente lo interpretó como un himno gay. De hecho, antes de volverse un cántico de estadios, era reivindicado por parte de la comunidad gay. A fin de cuentas dice frases como “Cumplí mi condena pero no cometí ningún crimen” y “Nosotros somos los campeones, amigos míos, y lucharemos hasta el final”.

Sería una ironía maravillosa que el mayor himno universal del fútbol, tan asociado a prejuicios homófobos, en realidad fuese un himno gay. Un golazo por toda la escuadra de Su Majestad de Mercurio. Eso sí, un golazo que tendría que revisar el VAR, porque oficialmente siempre se ha desmentido que esa fuese su intención real. 

La otra versión de la historia, más digerible para los futboleros de a pie, es que Freddy la compuso para su querido Manchester United, como respuesta al cántico del Liverpool, el archirival de los Red Devils. Lo cual también sería una historia inspiradora: la sana rivalidad futbolera que lleva a crear una obra maestra.

Sea una historia o la otra (que francamente, creo que son compatibles), se convirtió con el tiempo en el himno de estadios por excelencia. El momento clave para su universalización fue en el Mundial de Estados Unidos de 1994, torneo del que era una de sus canciones oficiales. A raíz de ese momento se popularizó como himno de celebraciones, y del futbol pasó a usarse en otros deportes. 

Una pena que Mercury falleciese en 1991 y no pudiese acompañar el momento de esplendor que se vivió en Old Trafford con Sir Alex Ferguson en el banquillo. Pero su himno siempre acompañó el éxito de su equipo.

God Save The Queen.

Paulo Futre JR.

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