Esta semana, la emisora catalana RAC1 reiteraba la cifra que debe abonar el Barcelona a Ronald Koeman si quiere rescindir unilateralmente su contrato como entrenador del primer equipo: 12 millones de euros. Antes de acometer las varias operaciones que hizo el club para rebajar la masa salarial durante el mercado estival, esa cifra era inalcanzable. No se podía pagar porque la entidad azulgrana no disponía de líquido, no había un euro en la caja. De ahí que Joan Laporta no pudiera afrontar la destitución del técnico neerlandés para empezar un nuevo proyecto con un entrenador de su confianza.
Con el dinero conseguido de las ventas y cesiones de futbolistas y obtenido también del crédito de 595 millones de euros firmado con Goldman Sachs, el Barcelona puede ahora afrontar la salida de Koeman. Será un dolor de cabeza, porque 12 millones en la situación crítica en la que se encuentra el club es mucho dinero, pero los máximos gestores de la entidad ya saben que tendrán que afrontarlo para no hipotecar una temporada entera. El vicepresidente económico de la entidad, Eduard Romeu, dijo que el dinero no sería un problema en una entrevista concedida a RAC1 y fuentes del club aseguran a Goal que, si hay que tomar la decisión, se tomará y se dispondrá del dinero para acometer la rescisión, aunque ni confirman ni desmienten que la cifra a pagar sea de 12 millones de euros.
La decepción con Ronald Koeman es enorme. No era el entrenador escogido por Laporta -lo heredó de Josep Maria Bartomeu-, pero el presidente confió en él tras varias charlas llevadas a cabo en verano. Es cierto que el Barcelona estuvo buscando a otro técnico y que el finiquito era inasumible, pero la junta directiva creyó que Koeman podía ofrecer un estilo de juego reconocible y atractivo para los barcelonistas, pese al dubitativo y frustrante final de temporada. Pero tras el inicio de temporada y, sobre todo, después del planteamiento conservador del partido ante el Bayern de Múnich, los máximos dirigentes han perdido la paciencia y la confianza.
Koeman ahora no tiene margen. En los próximos partidos, la junta le estará observando con lupa esperando un cambio radical, un giro de 180 grados en el juego que haga levantar al equipo y a la afición, aunque se admite que hay pocas esperanzas en que dicho milagro ocurra. De hecho, la búsqueda de un nuevo entrenador no ha cesado desde el mismo verano. Desde la dirección deportiva se desea que la situación se arregle y que no haya que tomar medidas drásticas, pero los comentarios en la Ciudad Deportiva ya se pronuncian con la boca pequeña. Ante el Granada, el próximo lunes en el Camp Nou, Koeman tendrá su primera final. Dependerá del juego y de la puesta en escena que su vida en el banquillo se alargue hasta el jueves en Cádiz y, sucesivamente, hasta el próximo domingo 26 ante el Levante en Barcelona.
