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Lautaro Rivero RiverGoal

De vender alfajores en los semáforos a la Selección: la historia de Lautaro Rivero, la nueva joya de River Plate

El fútbol argentino vuelve a escribir una historia de superación que trasciende el deporte. Lautaro Rivero, un joven formado en River Plate, fue convocado por Lionel Scaloni para los amistosos de la Selección Argentina frente a Venezuela y Puerto Rico. Su nombre aparece en la lista junto a figuras consagradas como Julián Álvarez, Gonzalo Montiel, Enzo Fernández, Franco Mastantuono y Giuliano Simeone. Pero detrás de su llegada al equipo nacional hay una historia profundamente humana: la de un chico que pasó de vender alfajores en los semáforos a vestir la camiseta albiceleste. 

La convocatoria de Rivero no es un hecho aislado, sino la consecuencia natural de una estructura formativa que River Plate ha consolidado durante décadas. El club de Núñez, históricamente ligado al desarrollo de talentos, se ha convertido en un modelo global en formación y exportación de futbolistas. Desde 2005, según datos del Observatorio del Fútbol CIES, es el equipo no europeo que más jugadores ha exportado a las principales ligas del mundo: un total de 52. Ese liderazgo no solo se explica por la calidad técnica de sus jóvenes, sino por una metodología integral que combina el trabajo físico, táctico, técnico y psicológico desde las divisiones inferiores hasta la Primera División.

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River Plate fue, además, el club que más jugadores aportó a la Selección durante el ciclo de Lionel Scaloni: 14 futbolistas formados en el “Mundo River” vistieron la celeste y blanca. El ejemplo más contundente se vivió en el Mundial de Qatar 2022, cuando Montiel, Pezzella, Guido Rodríguez, Enzo Fernández, Palacios y Julián Álvarez, todos surgidos de la cantera millonaria, levantaron la Copa del Mundo. 

Bajo la presidencia de Jorge Brito, quien asumió en diciembre de 2021, River atraviesa un proceso de modernización que abarca no solo la infraestructura deportiva, sino también los programas educativos, los proyectos sociales y la expansión internacional. La creación de River Camp, los programas de detección de talentos en el interior del país y la consolidación del proyecto “Método River Plate” refuerzan una identidad futbolística coherente y distintiva, que hoy tiene a Lautaro Rivero como uno de sus nuevos exponentes. 

Pero la historia del joven volante va mucho más allá de las estadísticas o de los éxitos institucionales. Nacido en Moreno, en el conurbano bonaerense, Rivero creció en una familia humilde con cinco hermanos. Desde pequeño, combinó los entrenamientos con distintos trabajos callejeros para ayudar a su familia. “Me levantaba a las cinco y media de la mañana, tomaba el colectivo en la esquina de mi casa y me iba al club. Cuando volvía, compraba cajas de alfajores y me ponía a venderlas en el semáforo hasta que oscurecía”, recuerda el futbolista. También vendió flores, cuadernos en la feria de La Salada y cajitas de Chasquibum. 

Lautaro Rivero RiverGoal

Esa rutina diaria, marcada por la constancia y el sacrificio, forjó el carácter de un chico decidido a no rendirse. “Jamás dejé de entrenar en River —cuenta—. Sabía que en algún momento iba a solucionar mis problemas, pero también sabía que entrenando solo a la mañana no me iba a alcanzar”. A todo ello se sumó un desafío aún mayor: convertirse en padre antes de debutar en Primera División. Pese a las dificultades, nunca perdió de vista su sueño. 

Hoy, su convocatoria a la Selección Argentina simboliza la recompensa a años de esfuerzo y resiliencia. Lautaro Rivero representa ese costado menos visible del fútbol: el de los chicos que no solo sueñan con llegar, sino que deben luchar día a día para sostener ese sueño. Su historia conecta con la esencia del deporte argentino, esa mezcla de pasión, sacrificio y esperanza que tantas veces se convierte en motor de ascenso social. 

Para River Plate, la presencia de Rivero en la Selección también es una confirmación del trabajo silencioso de sus divisiones juveniles. En tiempos donde los clubes buscan resultados inmediatos, la apuesta por la formación integral sigue siendo el sello distintivo del club de Núñez. Cada jugador que llega a la elite lo hace no solo por su talento, sino por un proceso educativo y humano que lo prepara para la alta competencia y para la vida. 

De vender alfajores en los semáforos de Moreno a entrenar en Ezeiza bajo las órdenes del cuerpo técnico campeón del mundo, el camino de Lautaro Rivero es una metáfora perfecta de lo que representa River Plate: un lugar donde los sueños imposibles se transforman en oportunidades reales. Y, sobre todo, un recordatorio de que el fútbol argentino sigue encontrando en sus canteras no solo jugadores, sino historias que inspiran.  

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