OPINIÓN
El Real Madrid definitivamente no se encuentra. Enlaza resultados favorables entre partidos grises, pero suele dejar siempre la sensación de que está tan cerca de la machada como de la victoria. Y puestos a jugar a esta suerte de ruleta rusa, hay veces que los partidos suenan a ‘vacío’, pero hay otros que también suenan a balazo. Y eso fue lo que pasó esta vez en Girona. Que después de victorias insulsas ante Espanyol, Getafe y Eibar, llegó el equipo catalán para prácticamente expulsar al Real Madrid de la carrera por La Liga: ocho puntos ante el Barcelona en diez jornadas son suficientes ya para instaurar el estado de crisis en la Casa Blanca.
EL REAL MADRID PIDIÓ PENALTI EN EL PARTIDO ANTE EL GIRONA
La primera parte trajo un fútbol de los años 80. Con los dos equipos peleando cuerpo a cuerpo en el centro del campo por hacerse con el balón, sucediéndose las faltas, encontronazos y pérdidas del cuero, como si nadie pudiese someter al rival. En ésas de cuando en cuando caían las ocasiones. Y fue en un balón al palo del Girona cuando surgió la acción del primer gol del Real Madrid, al contraataque, con la cantada de Bono (¡qué irónico!) y el gol de Isco. El mejor de todos. Por fin aparecía la pegada merengue.
Getty ImagesVARANE, SUSTITUIDO ANTE EL GIRONA POR LESIÓN
Sin embargo, el Girona nunca bajó los guantes. Ya antes del descanso chutó otra vez al palo. Y nada más comenzar la segunda parte, dio un vuelco al choque con dos goles casi seguidos antes del cuarto de hora de la reanudación. El campeón era el que estaba ahora con las narices tocando la lona. El primero, con un golazo de Stuani construido por el incombustible Pere Pons. Y el segundo, de Portu tras una serie de rechazos. Inexplicable cómo el Real Madrid se venía abajo. Estaba siendo sostenido por su papel de visitante, y ya no le quedaba ni eso.
Y la última media hora de partido fue el fiel reflejo de que a este Real Madrid le pasa algo. Stranger Things. Sólo Isco está a su nivel. Sólo Isco genera juego. El resto del equipo de centro del campo hacia adelante vive a remolque de lo que el malagueño sueña. O de centros sin remate. O de alguna genialidad espontánea de alguna de sus múltiples estrellas. El Girona, muy bien pertrechado y muy junto -como todo el partido- no necesitó ni de un milagro para mantener los tres puntos. Le bastó con hacer lo mismo que en la primera parte, pero jugando además con los nervios por la machada en contra de los intereses blancos. Demasiado poco para doblegar al bicampeón de Europa.




