Tengo la certeza de que el Valencia es el club más resistente del mundo, porque ningún otro hace esos esfuerzos por autodestruirse y sigue en pie. En otras épocas fueron directivos de la 'terreta' los que contribuyeron a que el club terminase en la UCI, pero hoy las miradas se centran en aquel que vino a rescatarlo, hacerlo grande e intentar ganar la Champions League. Sí, obviamente, hablo de Peter Lim.
Ayer, el club volvió a vivir el enésimo esperpento desde que el magnate singapurense tomó las riendas, eso sí, siempre desde la distancia. Por la mañana, César Sánchez, ya ex director de fútbol del Valencia CF, comunicó a la plantilla que Celades se sentaría en el banquillo frente al Athletic Club el miércoles, desmintiendo los rumores que circulaban sobre una posible destitución del técnico. Pues bien, pocas horas más tarde, Celades era fulminado desde Singapur, quedando desautorizado César y dejándolo a los pies de los caballos delante de la plantilla. El lío estaba servido. César, en un ejercicio de diginidad, dimitió pocas horas después, con lo que ahora mismo el Valencia no tiene ni entrenador para la próxima temporada, ni director de fútbol. Tan solo un dueño millonario en Singapur y un monigote puesto por él en el palco.
A lo que vamos. El Valencia vuelve a la casilla de salida, esa que parece nunca abandonar. Y en gran parte no la abandona porque a un dueño caprichoso le divierte disparar misiles contra la línea de flotación de su propio club. El despropósito comenzado en septiembre con el injusto cese de Marcelino ha tenido continuación a finales de junio con el despido de Celades, técnico puesto por la casa para que actuase de funcionario, pero nunca de entrenador. Peter Lim decidió dinamitar un proyecto ganador, que venía de cumplir y superar los objetivos las dos temporadas anteriores. Mateu Alemany y Marcelino García Toral resucitaron a un muerto a base de trabajo y sentido común, algo de lo que adolece completamente el empresario de Singapur. El único 'problema' del binomio Alemany-García Toral era que no fueron serviles, gente que se vestía por los pies y nunca se dejaron influenciar. Ese fue su gran delito.
Ahora, el Valencia se encuentra, como ya hemos dicho, de nuevo en el punto de partida. Un proyecto a la deriva, al que le faltan todas las piezas de un puzle que hay que volver a construir. Es de suponer que Jorge Mendes ya está moviendo sus largos tentáculos para satisfacer las demandas de su amigo, pero la pregunta es, ¿para qué? Imaginemos que el nuevo proyecto funciona, ¿cuánto tiempo tardarán en volver a destrozarlo?
Como siempre en estos casos, la gran perjudicada es una afición que ya tiene varios máster en aguantar tropelías, una afición hastiada de soportar a un dueño que hace y deshace sin entender absolutamente nada del sentimiento valencianista y que tiene en representación de Meriton a uno de los presidentes más dañinos de la historia del club. Peter Lim tiene mucho dinero, muchas acciones y podrá destrozar su juguete tantas veces como él quiera, pero siempre se encontrará de frente a una afición exigente y valiente que siente al club como suyo.
Próximo partido
Mientras tanto, Peter, contempla la obra que has construido.