El 20 de septiembre de 1988, en Chile se debatía si el dictador Augusto Pinochet debía seguir o no en el poder hasta 1997. En un programa de televisión presentado por Patricio Bañados, que fue parte de la campaña por el “no”, se recordaron las detenciones y las torturas durante la dictadura. En la pantalla, ese mismo día, apareció una mujer llamada Olga Garrido: denunció que fue secuestrada, humillada y torturada. Acto seguido, al lado de ella, cuando giró la cámara, se pudo ver por sorpresa a Carlos Caszely. “Por eso, mi voto es no. Porque su alegría, que ya viene, es mi alegría. Porque sus sentimientos son mis sentimientos. Porque el día de mañana, podremos vivir en democracia, libre, sana, solidaria, que todos podamos compartir. Porque esta linda señora es mi madre”, afirmó el futbolista idolatrado, dejando a los espectadores con la boca abierta. La campaña del “no” terminaría ganando (55,99% a 44,01%). Aquel acontecimiento histórico ayudó a inclinar la balanza, pero no fue la primera vez que Caszely desafió al mismísimo Pinochet.
Nacido el 5 de julio de 1950, de orígenes húngaros, Caszely es uno de los grandes ídolos de la historia de Colo Colo (jugó allí 15 temporadas) y supo brillar también en La Roja sudamericana, participando en los mundiales de 1974 y 1982, disputando 49 partidos y anotando 29 goles. Está considerado uno de los mejores futbolistas chilenos de todos los tiempos, y es el quinto máximo goleador de la Selección de su país, superado sólo por Alexis Sánchez, Marcelo Salas, Iván Zamorano y Eduardo Vargas.
En plena explosión de su carrera, en un enfrentamiento entre ideales y conveniencia, la estrella pudo perderlo casi todo. El 11 de septiembre de 1973, el Golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet, que derrocó al presidente Salvador Allende, fue el inicio de una barbarie. Ese mismo día, también, se agigantó la preocupación del propio delantero, debido a que nunca ocultó su apoyo al Partido Comunista. “Recuerdo un país triste, callado, silencioso, sin risas. Una nación que entraba en la oscuridad”, le contó Caszley al diario Marca. Él, por aquel entonces, ya había emigrado para jugar en Levante, de España. “Sabía lo que se venía encima. Tenía miedo. No por mí, sí por mis amigos y por mi familia. Sabía que estaban en peligro por mis ideas”, agregó en dicha entrevista con el medio español.
Próximo partido
Pese a esas “ideas” y esos "miedos", su magia dentro del campo de juego continuó creciendo con el balón en sus pies. El goleador fue convocado para disputar el Mundial de Alemania, en 1974. Antes de viajar hacia Europa, Pinochet fue a despedir a la Selección. El militar saludó a los futbolistas, uno por uno, pero Caszely no le quiso estrechar la mano. Fue otro de sus desafíos, una muestra de valentía y una coherencia que hoy, a 46 años del inicio de la dictadura, sigue teniendo vigencia.