OPINIÓN
El Real Madrid comenzó la presente Liga como terminó la anterior. Con una autoridad incontestable. En Riazor comenzó el partido algo dormido. Lógico. Era el primer partido oficial después de cinco finales: Málaga, Juventus, Manchester United y Barcelona (por duplicado), con lo que puede llegar a entenderse que el Deportivo no fuera a priori tan apetecible como cualquiera de sus últimos rivales. No pasa nada. Porque Keylor Navas no está para siestas. Mientras todos sus compañeros andaban desperezándose sobre el césped coruñés, el costarricense le sacaba dos manos a mano a Andone como quien no quiere la cosa.
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Lo lamentó el Deportivo. Y es que una vez que los blancos se quitaron las legañas, ya fue imposible para ellos competirles el partido. No por demérito local, sino por la supremacía visitante. Ese centro del campo con Casemiro-Kroos-Modric-Isco es ya denominación de origen merengue. Su medular tipo para destruir y construir a partes iguales. Con potencia y técnica. Con solidez y talento. Con físico y con fútbol. Un mediocampo total que es ya modelo mundial y al que le costó apenas nada imponer su poderío ante el Deportivo para moldear el partido a su gusto. Como tantas otras veces. Como ante tantos otros rivales.
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Y en Riazor además fueron determinantes de cara a puerta. No fue casualidad, sino fruto de su versatilidad y dominio total del juego: Casemiro marcó el 0-2 en la línea de gol; Kroos marcó el 0-3 incorporándose desde atrás; Modric fue clave en el 0-1 con un disparo desde el balcón del área cuyo rechazo acabó en las botas de Bale… Y luego estuvo Isco. El malagueño volvió a bailarse un chotis con todo aquel que quiso ponerse a su lado, y mientras tanto, todavía era capaz de llevar el balón de uno a otro costado merengues. La capacidad de este póker de mediocampistas es extraordinaria. Única, como bien decía Jose Mourinho tras caer en la Supercopa de Europa.
Si hace unos años todo el mundo del fútbol tenía al trío del Barcelona Busquets-Iniesta-Xavi como referente del buen juego y abanderados del tiki-taka, ahora este póker de jugadores le han dado una vuelta de tuerca más a lo que es un centro del campo modélico. Y el segundo gol fue la muestra de que este Real Madrid es capaz de bordar el fútbol con este centro del campo como pudiera hacerlo cualquier otro equipo anterior: 44 pases, de portería a portería, habiendo participado todos los jugadores en el césped. Sublime. Ejemplar.
