EDITORIAL
"No pongo Antoine Griezmann fuera de posición" insiste Ronald Koeman para recordar que "en Francia le he visto por la derecha y también puede hacer de nueve y de diez". El holandés se ha esforzado en entender al galo arrancándole del flanco izquierdo, donde apenas pintaba nada. Y sí, fue un fichaje puramente presidencial, alejado de cualquier directriz técnica que aconsejaba traer a un nueve antes que a uno de los jugadores más parecidos a Leo Messi que existe y la cosa, un año y medio después de su llegada, no da muestras de funcionar lo más mínimo.
El propio Jordi Cruyff planteó esta misma semana si Griezmann jugaría igual con Francia si Messi también vistiera el bleu. Por supuesto que no, la respuesta es evidente. "No vamos a jugar con dos mediapuntas" apunta también Koeman pero tratándose de uno de los jugadores más caros de la Francia campeona del mundo hace sólo dos años tampoco puede estar en el banquillo por decreto. El problema está servido.
Griezmann, por su parte, ha ido enviándole recados a su jefe, tensando una cuerda que no puede hacer más que darle en el ojo si se rompe porque por muy bueno que sea y a pesar de no jugar en su posición, incluso a pesar del tremendo desgaste en tareas más deslucidas que suele realizar, el que manda es Koeman, y eso es lo único que se ha limitado a comentar el técnico, obviando el tono de algunas declaraciones del francés. "Todo el mundo es libre de decir lo que quiera" encaja Koeman pero también advierte que "si rinde no pasará nada".
El tema es que Griezmann no rinde como se le presupone a un jugador por el que se pagan 120 millones de euros -de su desplante en La Decisión ya hablamos otro día- y debería fijarse en cómo el entrenador hasta le pega -verbalmente, claro- a Frenkie De Jong cuando es necesario y es bien sabido que se trata de uno de sus jugadores predilectos. Tras el Sevilla les dio toques a ambos y los dos reaccionaron con la selección pero donde el holandés hace autocrítica asegurando que "estuve mediocre" frente al cuadro hispalense el galo saca pecho recordando cuando brilla que "el técnico me pone en mi sitio" y esa, precisamente, es la clave. El pensar que el Barcelona debe adaptarse a él y no al revés sabiendo que el mejor sigue ahí.
