+18 | Publicidad | Aplican Términos y Condiciones | Juega con responsabilidad | Principios editoriales

Camavinga, del campamento de refugiados a un hogar pasto de las llamas

Sofía y Celestino ya tenían dos hijos cuando las violentas sacudidas a las que se exponían por la guerra civil de la República Democrática del Congo les hicieron ponerse en camino. No era cualquier conflicto armado ni mucho menos. Se había iniciado en 1998 y aunque ha pasado a la historia como la Segunda guerra del Congo, su crueldad fue de tal calibre que también se le conoce como la guerra mundial africana.

Sigue aquí en directo el Real Madrid vs. Celta, de LaLiga 2021-22

Refugiados

El asesinato en 2001 del presidente Kabila por un miembro de su guardia personal no fue sino un hito más dentro de lo que resultó el mayor genocidio congoleño jamás conocido. Fue precisamente en ese 2001, hace ya dos décadas, cuando el matrimonio Camavinga puso rumbo a la región angoleña de Cabinda, un enclave del antiguo protectorado portugués dentro de la República Democrática de Congo. Allí, en la localidad de Miconje, una vez fueron atendidos como otros tantos miles de refugiados impelidos por el salvaje conflicto de su tierra, nacería Eduardo en noviembre de 2002. El tercero de los que serían finalmente seis hijos de Celestino y Sofía.

Angola tampoco era un lugar especialmente seguro para que unos niños crecieran sanos y con la oportunidad de labrarse un futuro de verdad. De ahí que el matrimonio Camavinga hizo todo lo posible hasta conseguir embarcarse junto a sus pequeños en una aventura con rumbo a Francia. Eduardo solo contaba con un año por lo que se puede decir que el entonces pequeño de Sofía y Celestino no ha conocido otro suelo que el francés.

En Francia

Tras unos meses en Lille, los Camavinga fueron acomodados por los servicios sociales en un apartamento del pueblo de Fougères, un municipio a unos 40 kilómetros de Rennes. Sería en Fougères donde a modo de actividad extraescolar el mayor de los vástagos comenzara a practicar judo, un deporte que también llamó la atención de Eduardo. Sin embargo, Sofía pronto quebró sus planes. La razón no fue otra que la insistencia del niño en dar patadas a un balón dentro de la casa hasta el punto de romper más de un objeto en el modesto salón familiar.

Madre e hijo se encaminaron una tarde a la escuela y allí Sofía rogó a los responsables del centro que hicieran un sitio en el equipo de fútbol a su niño o de lo contrario acabaría sin muebles en el hogar. No hizo falta más que una oportunidad para que el pequeño Eduardo asombrara a propios y extraños por su capacidad para deshacerse de los rivales sin perder el balón. El tiempo demostraría que aquella petición desesperada de la madre resultó decisiva para el futuro de los Camavinga.

Celestino era especialmente madrugador. Desayunaba y se ponía rumbo a la industria porcina en la que trabajaba a unos kilómetros del pueblo. Sofía, que continuó en la tarea de ser madre y trajo al mundo hasta media docena de hijos, también trabajaba en distintas ocupaciones, si bien hubo años en los que se retiró para sacar adelante el hogar. Afortunadamente no se pasaba hambre pero los modestos ingresos tampoco permitían que tuvieran lugar más gastos que los estrictamente esenciales en una casa de ocho. Para 2013, a la edad de 10 años, Eduardo Camavinga dejaba su primer club, el AGL Drapeau de Fougères, para fichar por la entidad a la que había aprendido a amar desde niño, el Stade Rennais FC.

El incendio

Pero ese 2013 también le brindó la ocasión de vivir un hecho desolador de cuyas consecuencias el chico no fue tan consciente a su corta edad. Estando en la escuela vio por la ventana cómo a lo lejos un equipo de bomberos trataba de sofocar un incendio en un edificio. Poco después, el director del centro escolar reunió a Eduardo y a su hermana pequeña y les contó lo que estaba sucediendo: su casa estaba siendo pasto de las llamas. Celestino apareció a recogerlos lo antes que pudo y los llevó a la escena del incendio. La segunda planta estaba arrasada por el fuego. Era en la que estaba la habitación que Eduardo compartía con alguno de sus hermanos. No le hizo falta preguntar para darse cuenta de que no se había podido salvar ninguno de sus enseres personales, desde ropa a juguetes o libros. Los padres, empero, sí habían sido capaces de recuperar objetos de la primera planta, a la que afectaron más tardíamente las llamas.

Aquella jornada de infausto recuerdo Celestino se acercó a Eduardo y dirigiéndose a él seriamente le espetó: «Eduardo, tú eres la esperanza de la familia. Eres tú quien la volverá a levantar». Una afirmación que en aquel momento no comprendió del todo el chaval. Las palabras de papá Camavinga sonaban desesperadas, pero no era para menos. La casa que acababa de quedar reducida a cenizas la habían levantado entre Celestino y Sofía en Lécousse, un pueblo al lado de Fougères.

La conmoción en la localidad fue de tal calibre que se propuso realizar una cuestación para donar lo recogido a los Camavinga. Sin embargo, Celestino se negó argumentando que su hijo tenía un gran futuro y que pronto podría atender a las necesidades familiares. A lo que sí se plegó fue a aceptar un alojamiento provisional que les ofreció el alcalde.

Solamente seis años después, Eduardo Camavinga debutaba en la Ligue 1 con su amado Stade Rennais. Una temporada más tarde –una vez añadida la nacionalidad francesa a la congoleña y la angoleña, de las que ya disponía– debutaba por todo lo alto con la selección de Deschamps. Y menos de un año después, el Madrid de Florentino ha hecho valer su oferta por el hijo de Celestino, un congoleño que siempre creyó en el primordial valor de la familia y en el talento de su hijo Eduardo.

Ahora que el joven Camavinga podría comprar una casa a cada uno de los miembros de su familia, el chico de 18 años tiene la suficiente madurez como para poner cada pieza del puzle en su lugar al afirmar que «hoy mis padres están felices, pero sé que puedo hacerlos aún más felices. En mi educación, la felicidad no está ligada solo a las cosas materiales, es un todo, un equilibrio global».

Anuncios

ENJOYED THIS STORY?

Add GOAL.com as a preferred source on Google to see more of our reporting

0