EDITORIAL
Lamentablemente esto es así. El Barcelona ganó pero aun manteniéndose en el liderato sigue esperando un tropiezo del Real Madrid que no acaba de producirse. Los blancos se impusieron al Sevilla y desactivaron la victoria del cuadro azulgrana en el estadio de Gran Canaria, donde los hombres de Luis Enrique Martínez volvieron a exhibir sus dos caras tras sobreponerse a las molestias de Javier Mascherano, que debía formar como central y acabó cediendo su sitio en el once a Marlon Santos, que debutó en Liga con el Barcelona.
Y tanto él como el resto del equipo dejaron muy buenas sensaciones en el primer tiempo, donde desarticularon la mayoría de acciones ofensivas de Las Palmas, con el único pero a la actuación de Lucas Digne, improvisado lateral derecho, que pudo ser expulsado hasta en dos ocasiones durante la primera media hora de juego. Pero el Barcelona supo no sufrir en el primer tiempo a pesar de su retaguardia de circunstancias e incluso tradujo en gol dos buenas contras iniciadas, precisamente, por una recuperación en línea defensiva.
En apenas tres minutos Neymar Da Silva, que marcó el primero, y Luis Suárez, autor del segundo, se dieron un gol el uno al otro y encarrilaron la victoria. En el segundo tiempo el Barcelona se apagó pero el brasileño siguió brillando y arrojando luz al errático equipo del segundo tiempo. El delantero se sacó de la chistera dos acciones marca de la casa para establecer el 1 a 4 definitivo y llevarse otro balón a casa, un premio que puede acabar siendo de consolación.
Porque el Barcelona de Luis Enrique, el que ganó en los campos más complicados de la Liga, incluido el Gran Canaria, tiene muy complicado ganar la Liga por sus propios tropiezos en casa. A los barcelonistas solo les queda recibir al Eibar y esperar que el Real Madrid pierda esta semana en Balaídos ante el Celta de Vigo o en La Rosaleda ante el Málaga el próximo domingo.
