Si uno es aficionado al Barça puede elegir dos caminos: vivir en el deleite, creyéndose todo lo que le cuentan, o escoger el lado menos soleado de la realidad y hacerse preguntas incómodas. Si uno elige ser habitante de Narnia, creerá que en el Camp Nou existen unicornios y elfos, que el club se recuperará de la terrible herencia recibida por arte de magia, que todas las palancas económicas se activarán, que se puede echar a los jugadores con contrato en vigor sin consecuencias, que todos deben renovar a la baja y, de propina, que el Barça podrá fichar a los mejores del mundo pagándoles con 'Sugus' de piña. Si uno es socio del Barça y se engaña a sí mismo para dormir a pierna suelta, se pasa el día haciendo ‘listas negras’ y salivando por futuras bajas que, a la hora de la verdad, o nunca llegan o no pueden completarse, porque el dinero no crece en los árboles. Si uno es aficionado del Barça y es feliz viviendo en Narnia, ve agentes, conexiones, ofertas, rumores y posibles fichajes por todos los sitios. Si uno es aficionado del Barça y elige querer ser cliente de una bestial y sonrojante campaña de dopaje emocional, puede pasarse el día teniendo sueños húmedos con Haaland, Mbappé, Salah, Lautaro, Lukauku, Lewandowski, Carlos Soler, Gayà, Joao Félix, Guedes, Fabián Ruiz, Azpilicueta, Grimaldo, Koundé, Kolulibaly y los tropecientos nombres más que aún no han salido. Si uno es hincha del Barça y escoge seguir sendo residente de Narnia, puede seguir pensando que aquí no pasa nada y si pasa, se le saluda, porque está todo pagado y lloverán fichajes, millones y títulos. Si uno es aficionado del Barça y desea seguir viviendo en los mundos de Yupi, hay barra libre. Y todo está bien.
Al otro lado de la ventanilla, está la realidad. Si uno es aficionado del Barça y no un cliente de esta campaña mediática de dopaje emocional, debe pensar que un pesimista es un optimista bien informado y que el club está en un contexto económico terrible. Si uno elige no vivir en Narnia, se pregunta cómo es posible que este club haya tenido pérdidas de 480 millones, acumule el 60% de las deudas de todos los clubes de la Liga y tenga un saldo de -144 millones en el límite de coste salarial. Si uno no cree en unicornios, debe cuestionarse cómo se podrán pagar todos esos presuntos fichajes cuando el club está excedido en su “fair play” y estrangulado por la famosa regla del ‘1 por 4’, por la que solo puede invertir un millón de euros en fichajes por cada cuatro “kilos” que ahorra. Si uno es socio del Barça y no vive en el país de las hadas, se pregunta si es responsable pagar 12 millones por año a un señor, cuando antes el club debería ahorrar... 48. Si uno es aficionado azulgrana y no cree en cuentos, sabe que es casi imposible echar a jugadores con contrato en vigor, que cobran salarios astronómicos y que son hipotecas andantes, rémoras imposibles de sortear. Si uno es del Barça y no vive en Disney, debe preguntarse cómo y por qué siguen sin activarse las famosas y recurrentes “palancas” económicas de ‘CVC’, ‘Barça Studios’ o ‘BLM’, que son relamente complejas y sin las cuales, resultará imposible salir a flote. Si uno es del Barça y no quiere engañarse a sí mismo, debe saber que la situación de su club es muy complicada y asumir que salir de ahí, será lento y durísimo. Y si uno es del Barça y no vive en los mundos de Yupi sabe que, para saber cómo está el Barça, sólo hace falta saber sumar y restar, o tener ganas de hacerlo.
Rubén Uría
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