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Bale capitanea la segunda unidad del Real Madrid

OPINIÓN

Suele pasar en Navidades que esos días entre fiestas parece que sobrasen en el calendario. No hay regalos, las comidas no son igual de elaboradas ni suculentas, y ni siquiera es tiempo de salir con amigos ni familiares. Esos días son tan lentos y poco apetecibles que incluso se inventaron el Día de los Inocentes entre medias para hacer más ameno el letargo. Pues igual sucede con estas jornadas de Liga entreguerras, cuando está en juego nada más y nada menos que una final de Champions League. Todo el madridismo está pensando hoy en día en el Bayern de Múnich, pero la Liga obligó al Leganés a pasar por el Santiago Bernabéu en un derbi muy a la baja. Y como tampoco había nada en juego siquiera, no hubo nada de juego. Podían no tener que estar abrazados ambos conceptos forzosamente, pero así fue. 

El Bayern había repetido únicamente tres jugadores de los que estuvieron el miércoles en el once inicial en el Allianz Arena. Y Zidane vio el envite y subió su apuesta, haciendo jugar sólo a Casemiro, y como central. Ni siquiera Keylor repitió titularidad, dibujando un once incluso más anodino que el que le costó la Copa del Rey ante el cuadro pepinero en enero. Aunque con las ‘novedades’ de Bale y Benzema sobre el césped, estrenando su reciente estatus de suplentes a los ojos de todos, capitaneando (con brazalete incluido) la segunda unidad del Real Madrid. Quién se lo iba a decir a ellos al inicio de temporada…

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Y menos mal que estuvieron sobre el césped ante el Leganés, dicho sea de paso. Porque, junto con lo que hizo Casemiro, fue de lo poco realmente interesante, lógico y con sentido en un partido que hubiese podido pasar tranquilamente por uno del campeonato chino. Y eso que ni el Leganés ni el Real Madrid bajaron los brazos, pero ya lo del acierto, brillantez, velocidad, pegada y coordinación de ejecución fue otra cosa bien diferente. El partido fue como una partida de ajedrez, pero no por la inteligencia táctica, como se suele decir, sino porque ambos contendientes estuvieron mareando sus piezas sin casi llegar al lado opuesto del tablero, y con la misma poca velocidad de acción. Faltaba alguien que diera un golpe en la mesa e hiciese caer las piezas del rival súbitamente. Un Sergio Ramos, un Modric o un Cristiano Ronaldo. Pero nunca llegó. Ni siquiera con la salida de Kroos y Asensio en la segunda parte. El partido estaba moribundo antes de empezar y entre todos lo mataron. De hecho, entre tanto jugador de los poco habituales, sólo Ceballos pareció por momentos poder optar a una suplencia del primer equipo. Y poco más. Ni siquiera a una titularidad.

En estas circunstancias, los goles sólo podían llegar en acciones aisladas y esporádicas. Lo fue el primer tanto, de Gareth Bale, a los siete minutos. Aprovechando un rechazo de un disparo de Benzema dentro del área. El galés dejó así su sello en el partido. No le valdrá para ser titular, pero al menos para que su valor no se deprecie demasiado en el mercado (15 goles entre todas las competiciones). El segundo gol blanco justo antes del descanso, obra de Borja Mayoral, también llegó caído del cielo. Con el delantero aprovechando un balón parado de Kovacic que resuelve solo en el segundo palo y con suspense (porque el árbitro primero lo anuló para luego validarlo). Incluso el 2-1 del Leganés también llegó sin querer. En un regalo de Theo y Achraf que supo aprovechar Darko delante de Kiko Casilla. Tres goles que no pusieron siquiera un poco de pimienta a la tarde entre constantes acciones perdidas y tímidos silbidos del Bernabéu pese a jugarse la temporada entera en tres días. Qué lástima de siesta perdida. Qué ganas de que lleguen de los días grandes de verdad. 

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