La primera media hora en el Atanasio Girardot fue una historia de terror para los Verdolagas, que se vieron dos veces en desventaja, con un funcionamiento táctico bastante cuestionable y rendimientos individuales por debajo del promedio en casi todo el equipo.
De ahí en adelante, fue un completo monólogo en el partido, con una curva ascendente en lo individual y en lo colectivo, para pasar de igualdad gracias a dos penales hacia una goleada contundente y casi incontestable.
Tanto así que Guimarães pudo darse el lujo de poner a debutar a Tomás Ángel y terminar el partido con total tranquilidad, algo contrario a sus dos últimos partidos donde además de perder, sufrió los resultados con sus respectivos trámites.
Para llegar al buen puerto, Nacional tuvo que cambiar su parte anímica, algo en lo que seguramente el técnico trabajó con fuerza en el entretiempo, pero también el encontrar nuevamente al talento de ofensiva para combinarse y hacer sucumbir la defensa pereirana.
Andrade, Duque, Álvez -de gran partido ‘silencioso’- Hernández, Candelo y cuando Barrera cuando entró, generaron el desequilibrio necesario para cambiar completamente la historia de un partido que pintaba para desastre, pero terminó en fiesta y exhibición.
Próximos partidos
El desafío ahora es no solo mantener la tónica, sino también mostrar esta contundencia ante rivales de primer nivel para que el proceso naciente pueda sepultar las críticas y gane en confianza en miras a la consolidación.
