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Apalear a la selección, el deporte de moda

Ruben Uria BlogGoal

Escribir es meterse en problemas. Vamos con unos cuantos. Con la camiseta de la selección como coartada ideal para dar rienda suelta a fobias, odios, venganzas personales e intereses bastardos, el panorama es diáfano. Nos dicen que llueve y en realidad, con perdón, nos están meando. De un tiempo a esta parte, la selección, ese ente que los líderes de audiencia dicen que no le interesa a nadie mientras las audiencias dicen justo lo contrario, ha caído en desgracia. Agotado el insoportable bucle Madrid-Barça mediático de cada día, gurús, popes y medios han encontrado en la selección un chollo ideal para descargar sobre ella una sobredosis de rabia, frustración, envidia y mala baba. No es nuevo. Es un "remember" de 2008. La trama se asemeja una barbaridad a lo vivido entonces: un grupo inexperto sin demasiados nombres, una ausencia llamativa en la lista que detona una venganza mediática, un seleccionador tiroteado por los francotiradores y un presidente al que los 'doberman' del oficio no perdonan que no bese por donde pisa el amo. Objetivo: cubrir de chapapote a la selección que no les gusta.

En 2008 hubo fusilamientos metafóricos para Villar, se montó la de Dios por la ausencia de Raúl, al difunto Luis le dimos "hostias de todos los colores" y los falsos profetas dijeron que estaba muy barato jugar en la selección. El cuento acabó con España campeonando, con un grupo joven unido tras recibir jarabe de palo, con todo el oficio dando por buena la gestión de Villar y con Luis elevado a los altares después de haber sido pisoteado alegremente. Como quien olvida la historia está condenada a repetirla, en 2021, la selección vuelve a ser el saco de los golpes. La ausencia de Ramos sigue coleando, a Luis Enrique le ponen a caldo por lo que hace y dice (también por lo que no hace o no dice), a Rubiales le han convertido en una piñata humana y a los seleccionados se les falta al respeto con gratuidad, mientras algunos reparten carnés de españolidad, como si la bandera fuera de unos pocos y no de todos.  

En caso de duda, periodismo. Palos por si se vacunan o si no se vacunan, palos para los que debieron prevenir sin saber si fue culpa suya o no, palos para los que dieron positivo, palos para los "niñatos" privilegiados que no deberían ser vacunados aunque tengan que ir en misión internacional representando a un país y cuando los olímpicos sí han tenido esa oportunidad; palos para el seleccionador porque no dice lo que otros quieren escuchar, palos para el presidente porque no agacha la cabeza, palos para la gente de communicación por hacer bien su trabajo y palos para el director deportivo por dar la cara: palos para los que no habiendo nacido en España adquieren el compromiso de defender esos colores, palos para los que juegan porque no juegan los que otros creen que deben jugar y hasta palos, que alguno ha caído, para todos aquellos futbolistas que se han sacrificado para entrar en una burbuja paralela y echar una mano a la selección. Palos para todos, día tras día, como si no hubiera mañana, para hacer un fuerte. No faltan manos ni ganas para azotar a la selección y cubrirla de porquería. Buen provecho.

Está de moda apalear todo aquello que huela a selección española. Es posible que España no esté entre las grandes favoritas, es posible que haya mejores selecciones, es posible que el seleccionador haya cometido errores y es posible que los 47 millones de seleccionadores que tenemos en este país, desde el sofá de casa o desde Twitter, hubieran gestionado mejor estos últimos días. También es posible que una cosa sea predicar y otra muy diferente, dar trigo. También es posible que la RFEF simplemente esté aplicando el sentido común. También es posible que el seleccionador no merezca que cuatro cerebros rapados le sigan vejando con lo de Amunike o que le llamen Luis Tabique. También es posible que Luis, como el Luis de 2008, esté tomando sus decisiones, por impopulares que sean, porque para eso le pagan. También es posible que en el contexto de una pandemia mundial, mientras la UEFA y el Gobierno se lavan las manos, la  federación no haya tenido culpa de lo sucedido.

Y aunque apalear a la selección sea sencillo y bastante popular, conmigo que no cuenten. También es posible que, por alguna posibilidad remota, que España gane esta Eurocopa envenenada, porque las cosas no son como empiezan y sí como acaban. También es posible que el compromiso de los futbolistas exija y merezca respeto. También es posible que se pueda criticar sin faltar al respeto. También es posible que Luis Enrique esté haciendo su trabajo y no esté tan equivocado como todo el mundo piensa. También es posible que toda la expedición española, en un clima de críticas y adversidad extremas, acabe uniéndose y salga algo bueno de todo esto. Y también es posible que la jarfia que disfruta cubriendo de chapapote la camiseta y saliva con el fracaso de esta selección, se quede con las ganas. Hazlo posible, España. 

Rubén Uría

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