GoalBastó el primer partido de Quique Setién para que nos explicasen que con el cántabro se estaban viendo cosas que no se veían con Ernesto Valverde. Hubo quien creyó ver la reencarnación del Barça de Guardiola y quien prefirió ser más cauto murmurando que igual era cosa de Messi. Como el argentino suele ir a Ibiza en junio, pero no en enero, el equipo de Pablo Alfaro compró licencia para soñar, la hizo carne y sentó al Barça en la silla del dentista. En 45 minutos, el Ibiza tuvo un 16% de posesión, anotó un tanto, le anularon otro, estrelló una pelota en el palo y remató cinco veces. En los mismos minutos, con un 84% de posesión, el equipo azulgrana no chutó ni una sola vez entre los tres palos. Es decir, el registro más pobre del Barça esta temporada. El doctor Alfaro metió al Barça en el quirófano, le aplicó anestesia, ejerció de cirujano y cuando su paciente despertó del mal sueño, descubrió que había perdido algo en las praderas de Can Misses. El Barça, artificial, como el césped, no podía con los Javi Lara, Raí, Caballé y compañía en el primer tiempo: se iba a vestuarios tocado y magullado. El guión era inesperado: David se estaba merendando a Goliath.
Apurado y contra las cuerdas, el Barça tuvo que aplicarse en el segundo acto. Mientras las redes sociales ironizaban conque a Setién se le estaba poniendo cara de Valverde, el Barça consiguió tocar más y mejor. Pasaban los minutos, seguía eliminado y cuando el equipo de Setién empezaba a sentir el desagradable cosquilleo del posible fracaso, encontró la manera de desactivar la estoica resistencia ibicenca. Griezmann, embutido en la piel de Messi, resolvió dos mano a mano con tanta elegancia como sutilidad. El primero llegó en el minuto 70, para poner en hora el despertador del Barça. El segundo y defnitivo llegó en el alargue, con la sombra de la prórroga revoloteando sobre Can Misses. Antoine no perdonó y cuando el árbitro pitó, la carroza de Cenicienta volvió a transformarse en calabaza. El partido dejó un aviso y una honra. El honor fue para el grupo de Pablo Alfaro, que rozó su sueño con una energía admirable. Y el aviso, para Setién. En su primer día en el Barça, prometió que su equipo jugará bien. Y sea uno partidario o detractor de Quique, la verdad es que viendo cómo fue la tarde-noche en Ibiza, quizá esa promesa de jugar bien sea algo que parece fácil de decir, pero algo más difícil de hacer. El Barça llegó a Ibiza con dudas y regresó a casa con bastantes más. Y con una certeza: Antoine le salvó del ridículo. En mitad del esperpento azulgrana, apareció Griezmann.
Rubén Uría




