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Lionel Messi Liverpool Barcelona UEFA Champions League 05/07/19Getty Images

Anfield, año uno: Crónica de una derrota que sigue supurando


EDITORIAL

Hoy se cumple un año desde el fatídico 4 a 0 que el Barcelona encajó a merced del Liverpool, un partido que dejó tan aturdido al equipo azulgrana que días más tarde vería escaparse también la Copa del Rey en el Benito Villamarín y al que ni siquiera la segunda Liga consecutiva dio la más mínima paz. Cómo iba a dársela, si el doblete del año anterior tampoco había tapado el 3 a 0 en el Olímpico de Roma. Por existir un precedente -que en realidad eran varios, pues tampoco hay que olvidar el 4 a 0 del Parque de los Príncipes ni el 3 a 0 en Turín- lo de Anfield dolió muchísimo más y dejó una pena similar a la de Sevilla en 1986 o a la de Atenas en 1994. Es decir, nunca habrá consuelo.

Si LaLiga no fue suficiente tampoco la llegada de Antoine Griezmann y Frenkie De Jong ha devuelto la confianza a pesar del hype inicial. El francés juega en una posición que le es completamente ajena y vive más del sacrificio que de su calidad mientras que el holandés ha ido mimetizándose en la planicie de un centro del campo sin profundidad. En este aspecto, con el paso del tiempo ha quedado claro que fueron Philippe Coutinho e Ivan Rakitic los que se llevaron la peor parte. Al primero le empujaron a irse cedido al Bayern y el club sigue buscándole nuevo destino desde hace meses. Al segundo intentaron meterle, sin éxito, en alguna operación y anduvo descentrado durante meses.

Pero es que además el equipo ha ido perdiendo el equilibrio que creyó tener con Ernesto Valverde. Por lo menos hasta que el Liverpool le pintó la cara había quien pensaba que lo de Roma había sido un accidente. Anfield, no obstante, lo convirtió en tendencia y desde aquel día dejó de importar que la plasticidad del juego fuera mejorable si el equipo lograba victorias. Pero el txingurri agotó la credibilidad en Liverpool y en el siguiente título que se esfumó, la semifinal de la Supercopa ante el Atlético disputada en Arabia Saudita, el buen juego exhibido no salvó su cabeza y dejó al Barcelona confundido en un binomio en el que, aunque se empeñen, sus elementos no tienen por qué ser excluyentes el uno del otro: ganar o jugar bien.

Esa dicotomía es la que le abrió las puertas del vestuario a Quique Setién, alternativa a Xavi Hernández y Ronald Koeman, y el equipo sigue exactamente en el mismo punto sólo que sin ganar a un Real Madrid cuya irregularidad ha permitido al Barcelona escalar hasta el liderato aun habiendo perdido el último Clásico. Y la cosa tiene mérito al no poder contar con los lesionados Ousmane Dembélé y Luis Suárez pero en el Barcelona la suficiencia ni es suficiente ni advierte nada más que un descalabro a poco que llegue un rival bien plantado sobre el terreno de juego, una sensación que planeaba en el ambiente de Anfield aquella noche de hace un año a pesar de que ni el más pesimista lograba advertir tan dramático resultado, especialmente por jugar ante un equipo sin estrellas del calibre de Mo Salah y Roberto Firmino y porque nadie cree que un futbolista profesional pueda protagonizar fallos como el que precedió el cuarto gol de los hombres de Jürgen Klopp.

Por todo ello es justo plantearse si el Barcelona aprendió algo de aquella derrota. Es cierto que desde entonces el cuadro azulgrana ha disputado cuatro partidos lejos del Camp Nou en competición europea y no ha vuelto a perder, pero sólo ha logrado la victoria en dos ocasiones y en el único partido de eliminatorias en el que ha participado, a domicilio del Napoli, anduvo muy cerca de morder el polvo. Que el Barcelona se atasque lejos del Camp Nou no es ninguna novedad a estas alturas, especialmente en partidos a vida o muerte, pues desde que ganara el triplete de 2015 sólo ha logrado la victoria europea en un partido de eliminatoria a domicilio en dos de los nueve partidos que ha disputado, y ninguno -Emirates en 2016 y Old Trafford en 2019- fue el de vuelta. Ver que un año más tarde el once sigue siendo el mismo, a excepción de unos De Jong y Griezmann todavía planos, evidencia que el Barcelona no ha aprendido demasiado igual que no lo hizo en Roma.

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