El 9 de julio de 2022 no fue un Día de la Independencia más para Agustín Giay, ese sábado, el juvenil de San Lorenzo marcó su primer gol en Primera, nada más ni nada menos que contra Boca y en el Nuevo Gasómetro. Antes de ese partido, compartió un rato con GOAL para hablar de sus inicios, sus primeros pasos en la máxima categoría del fútbol argentino y sus sueños profesionales.
¿Cómo llegaste a San Lorenzo?
Yo jugaba en mi pueblo, en Argentinos de San Carlos Centro (así se llama el pueblo de Santa Fe). Jugué ahí desde chico, después fui a Unión Progresista, que está en el pueblo de al lado. Estuve ahí hasta los 13 años, que me vine acá. Antes, un hombre que hacía un seleccionado de Santa Fe me llamó para venir a hacer una prueba. Vine, me habló Flavio Roca e hicimos un partido.
Me habló para venir a fichar y yo le decía “cómo querés que venga”. Me probé un jueves y me dice: “vení el sábado a fichar”. “Pero no vivo acá nomás”, le dije yo. Le pasé el número y siguió en contacto con mis padres, así que me iba invitando a venir una semana a la pensión cada dos, tres meses, y después me iba diciendo para ir a jugar torneos.
Así que jugué varios torneos y llegó un momento que ya me quería venir para acá. Mis viejos no querían porque era muy chico, así que terminé el primario y vine.
¿Qué pasó cuando llegaste a San Lorenzo?
Tiene sus cosas lindas y sus cosas feas. Estaba acostumbrado a estar todo el día en la calle con mis amigos. Una vez que llegás acá cambia todo. Estás adentro del club, no salis. Estás con todos chicos que no conocés, pero te vas haciendo. Yo pensé que se iba a hacer mucho más difícil, pero la llevé muy bien.
¿Cómo fue la transición de juveniles a Reserva?
Yo llegué acá en prenovena, fue un año raro. Jugué contra equipos de la B, de la A… La verdad que es medio peleado, después cambia cuando pasas a AFA (que sería en novena). Por suerte en el primer año salimos campeones, después perdimos en la final pero hicimos un lindo torneo. Ahí se va haciendo cada vez más difícil, pero cuando saltás a Reserva cambia mucho. El físico, la dinámica… Es totalmente otro juego.
¿Qué diferencia encontraste entre Juveniles y Reserva?
Lo que pasa es que tenés todos chicos de tu misma edad, compartís varios años y se hace una amistad. Lo llevás mejor, lo disfrutás más. Una vez que estás en Reserva es muy distinto, porque tenés chicos de otras categorías que pelean todos por el puesto y por estar en Primera. Es mucho más competitivo.
¿Hay un acompañamiento en Reserva?
Nosotros tenemos un grupo muy unido, nos llevamos muy bien. Todo arranca desde juveniles, cuando tenés una formación muy buena -como es acá, en San Lorenzo- es distinto. Ya se hace mucho más fácil el día a día con los compañeros.
¿Te pasó tener que pelear el puesto? ¿Pediste ayuda?
Las primeras veces que subí estaba con Fede Gattoni, Juli Palacios, eran todos jugadores ya grandes, entonces me sentía chiquitito. ¡Un miedo tenía! Pero ellos me ayudaron mucho. Te van acompañando, hablando. Después, de a poco. Creo que el año pasado pude jugar muchos más partidos, y este año...por suerte arranqué jugando.
Me reflejo en jugadores como Rodrigo de Paul o Carrasco
¿Cómo fue estar convocado a la Selección?
El sueño de todo jugador es estar en la Selección, no hay nada más lindo. Compartir vestuario y entrenamiento con chicos de otros clubes, hacer relaciones así es muy lindo. Conocer otros países en amistosos y torneos, son experiencias únicas.
¿Qué fue lo que te sorprendió cuando entraste al predio?
Cómo te educaban. Lo prolijo que estaba todo. Cómo te enseñaban. Lo primero que nos hacían era saludar a cada persona que veíamos, el buen día. Eso me sorprendió mucho.
¿Tenías algún referente en San Lorenzo?
Cada vez que uno llega a un club mira a los que están arriba. Obviamente a los más grandes, los referentes. Cuando llegué estaba el Pipi, estaba Orti. Eran jugadores que no lo podía creer.
Estaba en la pensión, encima estaba la tribuna, miraba para abajo y estaba la cancha de entrenamiento. Entonces, todos los días iba a ver los entrenamientos abajo y entrenaba a la tarde, tenía el colegio a la tarde también.
Entonces a la mañana, me veían que estaba al pedo, me agarra el director de la pensión y me dice: “a vos te vamos a mandar de alcanzapelotas de entrenamiento de la Primera”. Nos mandaban todos los días al entrenamiento de Primera. Fue una experiencia hermosa, nos pasábamos todos los días ahí. Nos llevábamos bien con los jugadores, nos regalaban shortcitos, botines.
¿Qué te llamó la atención de los entrenamientos de Primera?
La velocidad que corría la pelota, el físico. La verdad que ahí te sorprende todo. Cómo los mira la gente. No puede ser que cada vez que salen les piden fotos, autógrafos. No lo podía creer, de venir de un pueblo tan inocente a lo que se vivía acá.
¿Te reflejás en algún jugador?
A Rodrigo De Paul, de la Selección. También a (Yannick) Carrasco del Atlético de Madrid, que compartimos algunas características. Siempre me hacen ver y que copie algunas cosas de ellos. Obviamente ellos son élite.
¿Qué sueños tenés por delante como jugador?
Ahora, bueno, en la Sub 20, un Sudamericano, un Mundial. Después la Selección mayor.