Al fútbol se juega con la pelota, pero también hay que saber hacerlo sin ella. Y mientras que River es indiscutiblemente el mejor cuando se adueña de la bola, a esta versión 2022 queda claro que todavía le falta aprender a sobrevivir cuando el que la tiene es el rival.
Le había pasado en la jornada inicial, cuando Unión lo sorprendió con un planteo agresivo, le disputó la tenencia y lo incomodó hasta el punto de ganarle el partido con justicia. La cancha más chica, dijeron algunos. Históricamente en el ciclo de Marcelo Gallardo le costaron los arranques, explicaron otros. La goleada sobre Patronato y el claro triunfo sobre Newell's parecieron darles la razón. Pero entonces llegó Racing y en 45 minutos mostró que sí, que es cierto que, si le sacás la pelota, a este Millonario se le queman los papeles.
Se vio en los minutos iniciales del clásico más antiguo del país, cuando la Academia se plantó con Miranda, Moreno y Alcaraz dispuestos a pelear el control del mediocampo y se encontró con un rival descolocado. Pero entonces Moreno se quiso tomar un tiempo que no tenía con el equipo en salida, lo atoraron, Barco recibió con tiempo y espacio, puso el 1-0 y dejó a River en el escenario donde más cómodo se siente. Y un rato después, una mala entrega de Sigali encontró nuevamente al visitante mal parado, De la Cruz puso el 2-0 y el escenario quedó armado para otra goleada del conjunto de Núñez sobre el de Avellaneda.
Pero Racing llegó con vida al entretiempo. Y cuando muchos creían que saldría al complemento a intentar llevarse un resultado más digno que el 4-0 del campeonato pasado, el equipo de Gago redobló la apuesta: la presión que había sido en la mitad de cancha en el arranque del encuentro, en el segundo tiempo se trasladó a toda la cancha. La salida que River había tenido libre ya no existía: la bola pasaba por arriba de Enzo Fernández y Zuculini y caía en los pies de Miranda, que se hizo el dueño del partido.
La Academia manejaba la pelota y el Millonario no se hallaba. Julián Álvarez se transformó en un espectador más del partido, se invirtieron los roles y Simón y Barco pasaron a marcar a Mura y Piovi y Copetti seguía ganando de arriba, pero esta vez la bola caía en los pies de uno de celeste y blanco. Y así, las chances se empezaron a acumular. Y River no reaccionaba. Y así, Hauche la cruzó desde la derecha, Copetti cabeceó y llegó el 2-1. Y River no reaccionaba. Y así, Mura volvió a cruzarla desde la derecha, Copetti volvió a cabecear y Miranda marcó el empate. Y River reaccionó. Pero ya era tarde. Los tres puntos se habían escapado. Aunque esa no es la mayor preocupación que se llevó el Muñeco del Monumental: el principal problema es que su punto débil quedó al descubierto.
