En El Clásico, apenas hubo un segundo para respirar de principio a fin. Cinco minutos después del inicio, el Madrid se adelantó en el marcador y fue Kylian Mbappé. Los blancos se desmarcaron a la contra y Vinicius Junior le dio un pase al francés, que remató por encima de Wojciech Szczesny.
El gol fue un shock para el sistema del Barça, que respondió muy rápido. Raphinha remató desviado de inmediato y unos minutos después los blaugranas igualaron gracias a un gol de Lamine Yamal que hubiera hecho enorgullecer a Lionel Messi. El joven español se abrió paso entre la defensa madridista y entró en el área antes de colocar el balón con precisión en la esquina inferior.
A partir de ahí, el equipo de Carlo Ancelotti sufrió un desastre. Las compuertas se abrieron y Courtois tuvo que sacar el balón de su portería tres veces más antes del descanso. Robert Lewandowski convirtió el primero desde el punto de penalti tras una torpe entrada de Eduardo Camavinga a Gavi dentro del área. Tres minutos después, Raphinha marcó su gol, cabeceando con potencia un centro preciso de Jules Koundé. Y a pocos segundos del descanso, el Madrid perdió el balón en su propio córner y el Barça contraatacó con perfección, con Alejandro Balde como hombre para rematar la jugada y marcar el cuarto.
La segunda mitad siguió un patrón eléctrico similar y el marcador ya era 5-1 antes de que muchos aficionados volvieran a ponerse de pie en Arabia Saudí. Raphinha volvió a la carga, utilizando su velocidad para romper la línea del Madrid y rematar. Las cosas tomaron un giro interesante cuando Szczesny fue expulsado tras eliminar a Mbappé cuando el delantero estaba frente a la portería. Rodrygo metió la falta posterior en un momento que el portero suplente Iñaki Peña no querrá volver a ver.
A pesar de contar con ventaja numérica, el Madrid nunca pareció realmente amenazante tras el quinto gol del Barça. Los hombres de Flick estaban contentos de terminar el partido y conseguir su primer título en casi dos años.
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