Durante años, probablemente décadas, el partido de cualquiera de las selecciones de CONMEBOL ante Venezuela significaba tres puntos casi seguros. Y cada triunfo de la Vinotino, o cuanto mucho un empate, era una excepción a la regla. De los 10 países de Sudamérica, era el único que no tenía al fútbol como su deporte principal. Sin embargo, la historia comenzó a cambiar lentamente, hasta el momento bisagra a fines del siglo XX con la llegada de José Omar Pastoriza.
Si bien los resultados no se vieron de manera inmediata, el seleccionado caribeño comenzó a afrontar los certámenes con otro espíritu, mucho más competitivo, además de apostar a procesos a largo plazo desde las juveniles. Y quien terminó esa transformación es otro argentino, determinante en la actualidad del conjunto venezolano: José Néstor Pekerman.