A los 33 años, está claro que los mejores años de Neymar han quedado atrás. Tampoco se sabe dónde jugará en 2026, ya que el Santos aún no le ha ofrecido una extensión de contrato. Pero si este fuera su adiós al club, lo hizo con estilo. El Santos logró evitar el descenso directo gracias a tres victorias consecutivas al final de la temporada, y la contribución de Neymar fue crucial, jugando a pesar del dolor para salvar a su club de infancia cuando más lo necesitaba.
"Creo que un siete es una buena calificación", dijo Neymar a los periodistas tras la victoria final contra Cruzeiro, cuando le pidieron que evaluara su año del 1 al 10. "En el campo, todos saben que puedo cuidarme de alguna manera, pero las cosas no salen como queremos por muchas razones. Ahora necesito reiniciar mi mente, olvidar el fútbol por unos 10 días. Necesito un reseteo completo."
El exjugador del Barcelona y del PSG agregó: "Después, el enfoque total será en la última misión: la Copa del Mundo. Ese es nuestro objetivo. Dios quiera que todo salga bien. Siempre estoy listo, pero no depende solo de mí."
La narrativa sobre Neymar suele centrarse en que nunca alcanzó su máximo potencial, y es innegable dado todo el tiempo que ha pasado en la sala de tratamiento. Sin embargo, merece respeto como una auténtica leyenda del fútbol moderno. Sus heroicas actuaciones en Vila Belmiro deberían ayudar a cambiar la percepción pública, aunque no deberían alimentar la idea de un romántico canto del cisne en el Mundial 2026.
Un Neymar apenas en forma puede haber sido vital para el Santos, pero solo sería una carga para Carlo Ancelotti, quien no puede permitirse sentimentalismos al formar la selección brasileña para las finales.




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