La primera presentación de España como campeón de Europa tuvo bastante de lógica: es un equipo que necesita ritmo y eso, después de las vacaciones, una pretemporada breve y el inmediato inicio de la competencia, no se consigue. Por eso, resulta bastante lógico que no pudiera imponerse sobre Serbia en Belgrado y que tampoco fuera un vendaval de fútbol.
Como no podía ser de otra manera, de Lamine Yamal nacieron las mejores situaciones: cuando el joven del Barcelona arranca con la pelota, se sabe que algo puede pasar. Lo que no tuvo es la claridad para ingresar al área y llevar riesgo a la sólida defensa de los balcánicos, que a través de Jovic pusieron en apuros a David Raya.
El segundo tiempo se jugó prácticamente sobre Rajkovic, pero con más posesión que peligro y el empate no deja de reflejar el trámite de un partido en el que La Roja insinuó mucho y no concretó nada.