FORT LAUDERDALE, Fla. — Ahí está.
Eso es lo que el mundo del fútbol esperaba, y lo que la MLS necesitaba: Messi tiene su primera MLS Cup. Si alguna vez hubo dudas sobre su legado en la liga —récords, premio MVP (y probablemente otro en camino) y su impresionante currículum— el sábado ofreció la respuesta definitiva.
El trofeo más importante que la liga puede otorgar ahora está en sus manos, y poco después, sobre su cabeza. Florida tiene su primer campeón de la MLS.
Y fue merecido. El argentino brilló con tres momentos decisivos en la victoria 3-1 sobre unos Vancouver Whitecaps que ofrecieron resistencia.
Hay que reconocer a Vancouver: es un equipo sólido que juega bien. Pero este fue el día de Miami. Las narrativas en el fútbol rara vez se cumplen, pero esta se materializó a la perfección. Miami mejoró a lo largo de la temporada, aprendió de derrotas dolorosas y, cuando llegó el momento, un entrenador inexperto pero valiente como Javier Mascherano tomó decisiones acertadas. Merece un enorme crédito. Aun así, en un estadio extraño que han llamado hogar durante tres años, Miami reclamó lo que había codiciado desde la llegada de Messi a Estados Unidos.
También fue una noche de cierre para Sergio Busquets y Jordi Alba, quienes terminaron sus carreras con trofeos. Podría ser el final de Luis Suárez en Miami, cuyo rol ya parece menos necesario. Pero la imagen que quedará es la de Messi levantando el trofeo con una sonrisa radiante: legado asegurado.
GOAL analiza a los Ganadores y Perdedores del Chase Stadium…






