Ni siquiera en la peor situación financiera de su historia el FC Barcelona puede permitirse el lujo de no competir. A pesar de que las cuentas le dan en rojo desde hace tiempo, en lugar de tomarse un tiempo para ganar primero el campeonato económico y luego volver a enfocarse en el aspecto deportivo, la directiva que encabeza Joan Laporta decidió ponerse creativa para intentar mantener una plantilla de primera línea europea.
Así nacieron las famosas 'palancas', una manera creativa de llamar a la venta del patrimonio futuro del club y también la decisión de explorar nuevas alternativas de sponsorización, como el novedoso acuerdo con Spotify o la búsqueda de un acuerdo más lucrativo que el actual sobre la indumentaria oficial del club, que abrió la puerta a que Puma reemplace a Nike como proveedor. Y así, también, la dirección deportiva decidió explorar distintas alternativas para salir al mercado.
En ese contexto, casi a contramano de su historia, el Barça aceptó convertirse en un equipo vidriera para otros grandes del continente: las puertas de la plantilla blaugrana se abrieron de par en par para que llegaran cedidos jugadores de renombre que, por distintos motivos, no tenían lugar en sus clubes.
Bajo esa fórmula, incluso, el equipo de Xavi recibió a sus dos fichajes más importantes del último verano: Joao Cancelo y Joao Félix. Pero ahora, a tres meses del final de la temporada, se acerca el incómodo momento en que la carroza se convertirá en calabaza y habrá una decisión que tomar con ambos jugadores. Y con el club todavía sumido en el mismo desastre financiero que un año atrás, hay múltiples cuestiones a valorar.

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