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Anatomía de los 91 goles de Lionel Messi en el año calendario del 2012

Un número que casi suena como un mito en el fútbol moderno: 91 goles en un solo año calendario. En 2012, Lionel Messi no solo jugó al fútbol; alcanzó un nivel de rendimiento que quizás nunca volvamos a ver. Para el FC Barcelona y la selección nacional de Argentina, Messi fue una fuente inagotable de goles, convirtiendo cada partido en un escenario de potencial rompimiento de récords.

Durante 40 años, el récord de goles en un año calendario fue mantenido firmemente por la leyenda alemana Gerd Muller. Con sus 85 goles en 1972, Der Bomber estableció un estándar que muchas generaciones consideraron el pináculo de la eficiencia de un depredador en el área. Ese número se convirtió en una especie de gran muro que parecía imposible de derribar por cualquier jugador moderno.

Sin embargo, el récord fantástico de Messi no fue simplemente fruto de su genialidad individual. Los 91 goles nacieron de un ecosistema táctico perfecto en el Barcelona bajo la dirección de Tito Vilanova. Su papel único como 'falso nueve', apoyado por la creatividad de los mejores mediocampistas de su generación, creó la tormenta perfecta que permitió que ocurriera este milagro. Cada gol fue la culminación de movimiento, visión y ejecución afinados.

Desde el desglose de estadísticas asombrosas, métodos para marcar goles, hasta momentos icónicos grabados en la historia, este logro merece ser analizado en profundidad. ¿Cómo lo hizo? ¿Cuáles fueron sus momentos cruciales? ¿Y qué legado dejó ese año fenomenal? GOAL intenta explicarlo aquí!

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    El colapso del muro de 'Der Bomber'

    La estadística final de Messi en 2012 es una anomalía asombrosa: 91 goles en solo 69 apariciones para club y país. En detalle, marcó 79 goles para el Barcelona y otros 12 para el equipo nacional de Argentina. Esta cifra no solo muestra cantidad, sino también una consistencia extraordinaria al más alto nivel, con un promedio de 1,32 goles por partido durante todo el año.

    El dominio de Messi se extendió a todas las competiciones en las que participó con el Barcelona. Anotó 59 veces en LaLiga, 13 veces en la Liga de Campeones, 5 veces en la Copa del Rey y 2 veces en la Supercopa de España. Su capacidad para marcar consistentemente en diversos torneos demuestra que su rendimiento no se vio afectado por la presión ni por la calidad de los oponentes que enfrentó.

    Para comprender lo monumental de este logro, debemos observar los récords que rompió. En 1972, Gerd Muller anotó 85 goles en 60 partidos para el Bayern Munich y Alemania Occidental. Aunque su promedio de goles por partido fue ligeramente más alto, el récord de Muller, que se mantuvo durante 40 años, se consideraba como el límite de la capacidad humana en el fútbol. Messi no solo lo superó, sino que también estableció un nuevo estándar.

    Ese momento histórico llegó el 9 de diciembre de 2012, en el partido contra el Real Betis. Con sus dos goles en ese encuentro, Messi oficialmente anotó los goles 85 y 86, superando el récord de Muller. El gol que rompió el récord —un preciso disparo raso con el pie izquierdo— se convirtió en el símbolo del derrumbe de un muro histórico que había permanecido firme durante cuatro décadas.

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    Anatomía del depredador del gol

    La principal arma detrás de los 91 goles es, por supuesto, su mágica pierna izquierda. Un total de 81 goles, o casi el 90 por ciento de sus goles totales, nacieron de su pierna confiable. Ya sea a través de un disparo preciso y afilado, un tiro curvado hermoso, o una definición calma frente al arco, su pierna izquierda funciona como una máquina de goles perfectamente programada.

    A pesar de ser muy dominante con la pierna izquierda, Messi ha demostrado que es un delantero completo. Logró anotar 7 goles con su pierna derecha y 3 goles de cabeza. Estos goles a menudo llegaron en situaciones cruciales, mostrando su instinto como un depredador capaz de aprovechar cada oportunidad, sin importar cómo le llegue el balón.

    Análisis más profundos muestran variaciones en sus métodos de ejecución. De los 91 goles, 14 fueron desde el punto de penalti, demostrando su calma mental bajo presión. Además, anotó 7 goles de tiros libres directos. Su habilidad para convertir situaciones de balón detenido en goles es un arma adicional que pone a la defensa rival siempre bajo amenaza.

    Messi es una amenaza desde cualquier lugar en el tercio final del campo. No es solo un poacher dentro del área penal, sino también un ejecutor a larga distancia letal. Su capacidad para anotar desde fuera del área, combinada con su instinto en espacios reducidos, lo convierte en el delantero más impredecible y difícil de marcar del planeta durante el año 2012.

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    Detrás de la maravilla táctica

    El milagro de 91 goles no habría ocurrido sin la mente táctica en el margen del campo, Tito Vilanova. Continuando con las bases que construyó Pep Guardiola, Vilanova perfeccionó el uso de Messi en el rol de 'falso nueve'. En teoría, este rol posiciona a Messi como delantero centro, pero en la práctica, se le da total libertad para moverse según su instinto.

    El sistema fue explotado a la perfección. Messi a menudo bajaba profundamente al área de mediocampo para recoger el balón. Este movimiento atraía intencionadamente a uno o dos defensas centrales rivales fuera de sus posiciones ideales. El resultado era la creación de un espacio masivo en la defensa, que luego podía ser explotado por el propio Messi o por los extremos que se adentraban.

    Por supuesto, Messi no actuaba solo. Estaba respaldado por una "red de apoyo" que quizás sea una de las constelaciones de centrocampistas más grandes de la historia. La visión, pases entre líneas y entendimiento telepático de Andrés Iniesta, Xavi Hernández y Cesc Fàbregas eran el combustible que movía la máquina goleadora de Messi. Sabían hacia dónde se movería Messi incluso antes de que él lo hiciera.

    Bajo Vilanova, el sistema del Barcelona también evolucionó hacia algo más directo y vertical. El equipo ya no solo se centraba en la posesión paciente del balón con el 'tiki-taka'. Había un nuevo énfasis en enviar el balón a Messi lo más rápido posible después de recuperarlo. Este cambio sutil pero significativo aumentaba la frecuencia de oportunidades que Messi tenía en posiciones peligrosas, lo que finalmente aceleraba su productividad goleadora a niveles estratosféricos.

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    El escenario de momentos eternos

    Mucho antes de romper el récord de Müller, Messi ya había ofrecido actuaciones que definían su año mágico. En marzo de 2012, se convirtió en el primer jugador en la historia de la Liga de Campeones en anotar cinco goles en un solo partido, cuando el Barcelona aplastó al Bayer Leverkusen. Esta actuación fue una declaración absoluta de su dominio en el escenario más grandioso de Europa.

    Una de las críticas que a menudo se dirigía a Messi era su rendimiento con Argentina. Sin embargo, en 2012, él silenció todas esas dudas. El clímax ocurrió en junio durante un amistoso contra su eterno rival, Brasil. Messi anotó un hat-trick sensacional, incluido un espectacular gol de la victoria en solitario, para demostrar que era capaz de llevar su genialidad al nivel internacional.

    Este récord no se construyó sobre algunas explosiones de rendimiento, sino sobre una consistencia implacable. A lo largo de 2012, Messi registró varios hat-tricks y a menudo marcó más de un gol en un solo partido. Convirtió lo extraordinario en una rutina semanal, manteniendo su nivel de juego en la cima durante 12 meses completos sin una caída significativa.

    Esta serie de actuaciones fenomenales alcanzó su punto culminante en enero de 2013, cuando fue galardonado con su cuarto Balón de Oro consecutivo. Esta victoria lo convirtió en el primer y único jugador en alcanzar tal hazaña. Su récord de 91 goles no solo fue un dato estadístico, sino también un argumento irrefutable que consolidaba su estatus como el mejor jugador del mundo en aquel momento.

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    Warisan del Fenómeno para el futuro

    Cuando se rompió su récord, Gerd Muller mostró su grandeza. "Mi récord ha durado 40 años — 85 goles en 60 partidos — y ahora el mejor jugador del mundo lo ha roto. Estoy feliz por él", dijo Muller. Esta declaración es un momento de paso de antorcha de una leyenda a otra, demostrando el profundo respeto entre los jugadores de élite.

    Desde entonces, el récord de 91 goles de Messi a menudo se menciona como uno de los logros más imposibles de romper en el deporte. La combinación única de un jugador en la cúspide absoluta de su capacidad, un sistema táctico de un equipo de élite completamente diseñado para maximizarlo, junto con la resistencia física y mental para jugar en 69 partidos en un año, crea un logro difícil de replicar en la era moderna.

    La evidencia más fuerte de lo extraordinario de este récord proviene de Messi mismo. En el siguiente año calendario (2013), "solo" anotó 45 goles. El hecho de que incluso el propio poseedor del récord no pudiera acercarse a su propia cifra en los años siguientes es testimonio mudo de lo especial que fue el calendario de 2012. Ese año fue una anomalía, una cima tan alta incluso para el mejor escalador.

    Al final, el legado del año de los 91 goles trasciende esa cifra en sí. Se convierte en un marcador de época, una referencia definitiva de la genialidad de un jugador que redefinió los límites de lo posible en el fútbol. 2012 será recordado para siempre como el año en el que Messi no solo marcó goles, sino que también perfeccionó su arte hasta alcanzar un nivel de perfección eterna.