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Once días separan a River de un nuevo Superclásico, esta vez por un lugar en la final de la Copa Libertadores. En Núñez es lo único que importa. Sólo once días. Sin embargo, Marcelo Gallardo decide poner a todo el equipo titular ante Almagro por los octavos de final de la Copa Argentina en Mendoza.
Y River goza, el público disfruta, los rivales lo envidian (y lo sufren). Y River gana, otra vez, para meterse en semis de otro torneo. No quiere parar y, hasta cuando juega a media máquina, avasalla a los rivales. River es el mejor y sabe que lo es.
Contra Almagro no se esforzó, porque desde un principio dominó el partido. Es cierto que en el primer tiempo le alcanzó con el gol para controlar a su rival, pero también es cierto que en el complemento lo aplastó. Si no fuera por Christian Limousin, el equipo de Gallardo hubiera hecho dos o tres goles más. Porque lo único que le faltaba a River, hace unos días atrás, era que los delanteros afinaran la mira. Y Rafael Santos Borré y Nacho Scocco vuelven a convertir. Y River soluciona otro problema como si nada hubiera pasado.
Como si fuera poco, también recupera soldados justo antes de la vuelta de semis contra Boca. El tiempo justo para sumar ritmo. Aunque no parecen necesitarlo: entra Juanfer Quintero después de 208 días y juega 27 minutos que motivan aplausos. Claro, su técnica está intacta. Y también entra Leonardo Ponzio, para avisar que es otro que está disponible para el duelo en La Bombonera, que pueden contar con él.
A River le salen todas bien y disfruta porque sabe que, otra vez, llega al Superclásico en su mejor momento.
