Al igual que todos los suecos de su generación, Zlatan Ibrahimovic se enamoró del fútbol internacional durante el verano de 1994. Se quedó mirando lo que ocurría en Pasadena, en las semifinales de la Copa del Mundo entre Brasil y Suecia: "Nunca había visto a Suecia. Pero me encantaba Brasil porque eran algo diferente".
Zlatan ha sido siempre algo diferente - dentro y fuera del campo. Criado en un barrio notoriamente difícil en Malmo por una padre bosnio musulmán y una madre croata católica, nunca se sintió particularmente sueco. Él era un extraño allí. Ya en sus primeros años fue polémico. En 2008, se perdió tres partidos por sanción interna de Lars Lagerback, al romper el toque de queda antes de las eliminatorias de la Eurocopa, mientras que un par de años más tarde decidió tomarse un descanso porque Suecia no se clasificó para la Copa del Mundo 2010: "Siempre ha sido un gran honor, pero, por el momento, no voy a jugar para el equipo nacional porque no estoy motivado", comentó.
ASÍ QUEDAN LOS OCTAVOS DE FINAL DE LA EURO 2016
Sin embargo, algo cambió en Zlatan a partir de entonces. Maduró, se dio cuenta de lo importante que era para Suecia - y viceversa. Erik Hamrén jugó su parte y le entregó el brazalete de capitán. Esa decisión fue criticada por muchos suecos, que sentían que Ibrahimovic no había hecho nada para merecer tal honor. Ibrahimovic, sin embargo, rápidamente silenció a sus críticos tanto con la calidad de sus actuaciones como con suu compromiso con la causa. Se convirtió en un líder y estuvo a punto de llevar a Suecia a Brasil en 2014. Sin embargo, Cristiano Ronaldo lo dejó a las puertas, provocando una de sus célebres frases: "Un Mundial sin Zlatan no vale la pena de ver".
A pesar de su prepotencia, no hay duda de que un torneo pierde sin él. Y la esperanza llegó con la Euro 2016, tras eliminar Suecia a Dinamarca en el playoff de acceso el pasado noviembre. Bélgica, Italia y la República de Irlanda no parecían un grupo imposible, sobre todo teniendo en cuenta que los cuatro mejores terceros accedían también a octavos de final. Pero el destino quiso despedirlo. No hubo repetición de su desafío a la física como contra Italia en la Euro 2004 ni hubo rendimiento comparable al histórico amistoso ante Inglaterra en 2012, con cuatro goles y una chilena desde 30 metros. "Fue una actuación de primera clase de un jugador de clase mundial. Fue el mejor gol que he visto en mi vida", confesó Steven Gerrard.
Hizo posible lo imposible. Los aficionados suecos lo querían y cantaron para él. Lo hicieron de nuevo en Niza este miércoles por la noche - de principio a fin. Una eliminación en la primera ronda no era la forma en que Ibrahimovic quería decir adiós. En una rara muestra pública de humildad, admitió que no había realizado su mejor torneo, pero no había tristeza por parte del máximo goleador de todos los tiempos de Suecia, no se arrepiente: "La decepción no existe para mí, sólo el orgullo y gratitud. Estoy orgulloso de haber sido el capitán de Suecia y de lo que he logrado. Quiero aprovechar este momento para dar las gracias a los fans. He conseguido lo que he conseguido por ellos. Sin ellos, no hubiera sido posible. Donde quiera que vaya, siempre voy a llevar la bandera sueca conmigo". El niño que una vez animó a Brasil es partidario ahora de Suecia, donde es una leyenda.
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