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Real Madrid PSG Champions League 0318

Un mensaje al mundo: “Somos el Real Madrid”


LA INTRAHISTORIA

Aunque el día de antes nadie quisiera verbalizarlo públicamente, el partido en el Parc des Princes de este martes era toda una final anticipada para el Real Madrid. Sin la Copa y con La Liga sólo apta para optimistas enfermizos, la Champions League era la única baza de los blancos para salvar la presente temporada. Un órdago a la grande en apenas noventa minutos. Sin embargo, esta eliminatoria ante el PSG encerraba también algo más que simplemente una clasificación o una eliminación puntual. Era un auténtico jaque al rey de Europa por parte del jeque. Por varios motivos.

Zidane sigue siendo Míster Champions

En el Real Madrid desde hace años miran con mucho respeto y escepticismo la entrada de fortunas globales en el fútbol, dado que el club blanco estructuralmente se debe a sus socios y, por tanto, a la gestión propia de sus recursos. Esto es, sin poder contar ese tipo de inyecciones millonarias. Por lo que, tras romper el mercado con un desembolso de 400 millones de euros este verano por Neymar y Mbappé (ambos en la agenda merengue además), una eliminación a manos del PSG después de ganar tres Champions en los últimos cuatro años hubiera sido entendida como el punto de inflexión necesario que cambiase el orden mundial en el fútbol. La justificación y el impulso a este desorbitado dopaje financiero. La preponderancia del billete por encima de la tradición en un deporte ya de por sí bastante perdido en sus valores en los últimos tiempos, justo el día que el club más laureado de la historia celebraba además su 116º aniversario. Era un duelo entre dos modelos distintos de entender el fútbol, y estaba en lo más alto y a todos los niveles.

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Sin embargo, no hubo ninguna ‘revolución’ en el orden mundial, ningún jaque mate. El 6-M seguirá siendo recordado como el aniversario blanco, y no la festividad de ninguna ‘primavera parisina’, ni nada por el estilo. El campeón sigue vivo, mientras que el aspirante sigue suspirando. Y no sólo se mantiene el 'statu quo' por lo que sucedió sobre el terreno de juego, esto es, por los resultados tanto en Madrid como en París. Sino también por el envoltorio que rodeó ambos encuentros. Por lo deportivo, pero también por lo extradeportivo.

Como reconoció Sergio Ramos en zona mixta, alguna declaración pública de Mbappé sobrada de confianza sirvió para motivar al vestuario blanco. Por otro lado, sorprendieron mucho también en todas las esferas del club blanco las presiones para condicionar el arbitraje después de las quejas ya vertidas tras el choque en el Santiago Bernabéu. Sorprendió semejante campaña, e incluso indignó, según reconocen a Goal esta falta de ‘savoir-faire’. Pues a ello se sumó el incomprensible acto de entregar la fabricación de ambiente a los ultras de forma deliberada. Con lo que eso supuso durante el partido, que tuvo que ser detenido un par de veces por las numerosas bengalas encendidas y el humo provocado. Es lo que pasa cuando dejas a un ser salvaje con la puerta de la jaula abierta. Totalmente previsible.

Así las cosas, no sólo es que el PSG saliera derrotado y eliminado del Parc des Princes, sino que a ojos del gran público quedó como el niño nuevo pijo rico de la clase, como el matón macarra y como el chivato llorica. Todo ello mientras decía buscar el respeto mundial… que obviamente no logró, sino todo lo contrario. El único que se ganó el respeto fue el Real Madrid, por cómo jugó y cómo se comportó tanto dentro como fuera del terreno de juego. Un mensaje claro y rotundo para el mundo. “Somos el Real Madrid”, resumían a Goal fuentes del club blanco como el perfecto corolario a la eliminatoria ante el PSG. Con todo lo que ello implica. No se puede proyectar más con menos palabras. Después de media temporada muy complicada en lo deportivo, y pese a que aún no se ha ganado nada -como recordaba el mismo Sergio Ramos en zona mixta-, el Real Madrid rebosa hoy orgullo por haberse levantado con semejante autoridad cuando todos le daban por muerto, pero también por haberlo hecho siendo fiel a sus propios valores dentro y fuera del campo frente a este indescifrable comportamiento del PSG.

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