Los flashes, la pelota por el hattrick, los comentarios en redes sociales, los ofrecimientos de índole sexual, la tapa de los diarios del lunes. Todo va para Julián Álvarez, el pibe de apenas 21 años que se fue a la Selección argentina, volvió hace dos días y le dio otro triunfo a River con tres goles para todos los gustos.
Pero atrás de este momento de plenitud de la Araña, que lo llevará más temprano que tarde a Europa, hay un equipo absolutamente convencido de la fórmula de ganar, ganar y ganar, al punto de que lleva seis triunfos al hilo y ocho en los últimos nueve, solo interrumpido por aquel 1-1 ante Independiente. Un equipo en el cual parece haber desaparecido el concepto de titulares y suplentes, más allá de aquellos que tienen su lugar totalmente asegurado pero que cuando no están siempre son bien reemplazados.
Porque el Millonario gana cuando están todos, cuando tiene 10 bajas entre lesionados y convocados, cuando vuelve la mayoría pero tiene que realizar un cambio en el primer tiempo y otro para empezar el segundo por molestias físicas. Con los que hace poco tiempo eran resistidos como Palavecino, con el mencionado Álvarez que no encontraba su lugar en la cancha, con la aparición ya consolidada de Simón, con la sorpresa de Peña Biafore en una posición atípica para su formación en juveniles. Con todos. Hoy, el convencimiento es total y las consencuencias están en la tabla de posiciones.
Hace un mes, era totalmente impensado que la final anticipada ante Talleres en Córdoba pase de ser la posibilidad de dar el zarpazo a viajar con la punta asegurada sea cual sea el resultado pero, a la vez, la chance de sacar siete de diferencia con 21 en juego. La victoria ante San Lorenzo, unas horas más tarde de la caída de la T en Santa Fe, brindaron la oportunidad que es demasiado tentadora para desaprovechar.