GoalLA GUÍA DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA EN LA EUROCOPA 2020
El fútbol es maravilloso porque no hay quien lo explique. Los hay eruditos, muy eruditos, capaces de tirar mil líneas, de dar tantos números como en una clase de Matemáticas, pero cualquier movida de lo más sofisticada pierde valor con la pelota en movimiento. Por más escenarios que haya preparado Luis Enrique, su España se metió en semifinales con un gol en propia puerta, el tercero (algo inédito en un gran torneo), y una tanda de penaltis agónica (¿alguna no lo es?).
El tiro de Jordi Alba desde la frontal valió mucho más de lo que pareció cuando la pelota salió de su bota. Tocó en Zakaria, fatalmente para su portero y felizmente para los españoles, y los sesudos análisis se desplomaron en bolsa. También se fue yendo abajo el equipo, tembloroso hasta que en la prórroga se reencontró consigo mismo.
No apareció en ese tiempo extra el gol, que le cedió el protagonismo a la épica más absoluta. Suiza resistió con diez, Sommer se erigió como el héroe y comenzó mejor la tanda. En España todos miraron a Unai Simón, que se había presentado en la competición sin la etiqueta de indiscutible. Una vez se la colgó Luis Enrique, casi todos le discutieron. Dio motivos para ello, también para lo contrario.
Después de esta tarde, que de nuevo acabó en noche, en San Petersburgo, el portero del Athletic se acercará a la unanimidad. Al menos hasta el próximo partido. Así es el fútbol, tremendamente caprichoso. Y así se ha plantado España donde se le resistía desde 2012, en unas semifinales. Es lo que tiene que la suerte te acompañe...