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"Él es el puto jefe y el puto amo": la guerra Guardiola - Mourinho que encendió los Clásicos


EL CLÁSICO

La rivalidad entre el Barcelona y Real Madrid alcanzó cotas insospechadas fuera y dentro del campo entre finales de 2010 y los primeros meses de 2012, antes de que Guardiola anunciara que dejaba el banquillo culé. Durante ese lapso entrenó al conjunto blanco José Mourinho, quien conocía a Guardiola de haber trabajado con él como ayudante de Bobby Robson en su época de jugador.

Sin embargo, pese a esta experiencia compartida, las chispas no tardaron en saltar entre ambos, contagiando a sus respectivos equipos en una vorágine de Clásicos tensos, agresivos y repletos de historias.

El primero que enfrentó a ambos, en noviembre de 2010, acabó con 5-0 a favor del Barcelona, que esa noche recuperó el liderato de LaLiga ante un Real Madrid desquiciado; Mourinho asumió la derrota, aunque ya ese encuentro dejó algunas heridas difíciles de cerrar, como los gestos de Piqué o Valdés celebrando la abultada derrota ante compañeros de selección que pudieron sentirse ofendidos.

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No tuvo especial pimienta el encuentro de la segunda vuelta, en el Bernabéu: 1-1 con ambos goles de penalti -discutible el pitado a favor de un Real Madrid también con diez-, y sería a finales de abril de 2011 cuando explotaría la tensión no resuelta entre ambos técnicos.

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Fue con la primera victoria oficial del Real Madrid de Mourinho: el Barcelona, poco acostumbrado a perder y todavía complaciéndose con el recuerdo de la manita meses atrás, cayó en la prórroga de la final de Copa del Rey en Valencia. El partido volvió a dejar numerosos encontronazos entre compañeros, entradas al límite y sobre todo unos lamentos culés a la finalización que Mourinho recogería para su regocijo posterior.

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Apenas una semana después, el 26 de abril, Mourinho y Guardiola atendían a los medios con motivo del encuentro de ida de semifinales de la Champions League que enfrentaría a ambos. Primero fue el portugués: "Con las declaraciones de Guardiola, entramos en una nueva era, en un nuevo grupo en el que sólo está él: criticar el acierto del árbitro. Nunca lo había visto".

La respuesta de Guardiola fue contundente y pasará a la historia como el día en que por fin perdió los papeles ante Mourinho: "Mañana nos enfrentamos en el campo a las 20:45; fuera del campo ya me ha ganado. Le regalo su Champions particular fuera del campo, que la disfrute y se la lleve a casa. En esta sala él es el puto jefe, el puto amo y no quiero competir en ningún instante".

"Sólo le recuerdo que hemos estado juntos cuatro años. Me conoce y le conozco. Si se quiere quedar con los amigos de Florentino Pérez y la central lechera vale, pero yo he trabajado cuatro años con él", añadió.

Guardiola matizó que "felicité al Real Madrid por la victoria y la copa que ganó. El árbitro de la final de Copa estuvo muy atento y listo. El fuera de juego es por centímetros". Curiosamente, en esa misma rueda de prensa vaticinó que el Madrid "igual acababa con diez" y habló del árbitro, Wolfgang Stark, como uno "de mucho prestigio". Y Stark dejó con 10 al Real Madrid al comienzo de la segunda parte expulsando por roja directa a Pepe.

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A partir de ese día la relación se recrudeció: Mourinho criticó fuertemente la actuación arbitral en la ida y la vuelta de esas semifinales, el barcelonismo se recreó con su eliminación y celebró la Supercopa de España ganada a doble partido en agosto. Una final que ensució la injustificable agresión de Mourinho a Tito Vilanova, quien respondió con un manotazo por la espalda al portugués.

Real Madrid y Barcelona se midieron 11 veces en sólo dos temporadas, una frecuencia que sin duda animó a poner de relieve las diferencias entre ambos equipos que sus entrenadores encarnaban a la perfección por aquella época. En 2012, Guardiola se despidió del Barcelona viendo cómo Mourinho le ganaba el último Clásico en el Camp Nou, encarrilando la Liga de los récords (100 puntos y 121 goles) que a la postre sería el penúltimo título del portugués con el club blanco.

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