OPINIÓN
La Copa de Europa sufrió en 1993 una profunda transformación que no solo afectó al nombre sino también a su estructura, convirtiendo la vieja Copa de Europa en un moderno formato, en un torneo con más pedigrí que tomaba el nombre de Champions League.
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¿En qué se diferencia la Copa de Europa de la Champions?
En términos prácticos, es el mismo torneo. La Copa de Europa es antecesora a la Champions League, competiciones que reúnen a los mejores equipos de Europa, aunque con diferentes criterios de clasificación.
La Copa de Europa, antes de 1993, tenía la dificultad de que solo accedían los campeones de sus respectivas Ligas o el vigente campeón de Europa, era una copa de campeones contra campeones. En cambio, ahora, un equipo clasificado en cuarto lugar en España, por ejemplo, puede acceder al torneo e incluso ganarlo.
La Copa de Europa, a excepción de su última edición, la de 1992, se trataba siempre de eliminatorias, no existía una ronda previa formada por varios grupos de clasificación, de liguillas.
¿Son distintos trofeos la Copa de Europa que la Champions?
El trofeo, conocido popularmente como 'la Orejona', viene siendo el mismo desde 1967, primero bajo el nombre de Copa de Europa y luego con el nombre de Champions, ya desde 1993.
El Real Madrid se quedó en propiedad el antiguo trofeo por ser el ganador de las cinco primeras ediciones de la Copa de Europa, más una sexta, la de 1966 y última en celebrarse con este galardón. El Celtic en 1967 fue el primer vencedor que alzó la 'Orejona' tal y como hoy la conocemos.
¿En qué ha afectado al torneo?
Con la Champions se acabó la pluralidad. El coeficiente ha ganado importancia frente a otros factores. Este nuevo sistema ha provocado que las ligas más potentes –España, Italia, Alemania, Inglaterra-, con clubes con mayor coeficiente, cuenten siempre con representantes en lo más alto, casi protegiéndoles en las eliminatorias, y sea ya casi imposible ver en el torneo a equipos de otras nacionalidades, especialmente de Europa del este, casos de Steaua de Bucarest (Rumanía) o Estrella Roja (actual Serbia y club de Yugoslavia cuando ganó), sendos equipos fueron campeones de Europa y sería extraño verles ahora incluso por cuartos, pese a que repitan como campeones en sus países, ya que lo que impera a la hora de emparejar a los equipos es el coeficiente UEFA, no el ser campeón y que el azar decida.
Incluso algunos países importantes y con equipos con tradición, como Portugal, cada vez le cuesta más meter más a un representante suyo en semifinales. Existe una competencia muy alta por culpa de las cuatro principales ligas. No en vano, el Porto de 2004 dirigido por José Mourinho es el último vencedor que no es ni español, ni inglés, ni italiano ni alemán.
¿Tiene más mérito ganar una Champions que una Copa de Europa?
Punto a favor: tiene más mérito ganar una Champions
Se podía dar la circunstancia de llegar en la vieja Copa de Europa a rondas muy avanzadas tras haberse medido a campeones de países sin casi peso específico o con poca tradición futbolera. O coincidir en un año con campeones inesperados y sorprendentes, y ser ellos tus rivales para el título final, como Panathinaikos o Malmö, sendos finalistas en la década de los 70. En cambio, en Champions, rara es la vez en la que los contrincantes en semifinales son sencillos, ya que las probabilidades de toparse con un club español, italiano, alemán o inglés son tremendamente altas.
Punto en contra: el mérito de ganar una Champions y una Copa de Europa es igual
La Champions consta de una fase de liga que permite a los grandes clubes reponerse de los tropiezos, además de no haber tenido por qué ser campeones de Liga el anterior curso. El hecho de existir cabezas de serie y condicionantes, como no enfrentar a equipos de un mismo país, hace que los cruces sean más benévolos que en el pasado. La Copa de Europa arrancaba antes desde los dieciseisavos con duelos directos a doble partido en sorteo puro. Los equipos se jugaban el ser o no ser en la competición en solo dos encuentros, sin posibilidad de dar marcha atrás, sin margen de error. Un lujo que ahora sí se pueden permitir, pero solo algunos.