El 13 de junio de este año, la afición recibía la noticia del fin del ciclo de Jerson González al frente del América de Cali, los resultados no acompañaban al equipo, que desde su regreso a la primera categoría lograba meterse en fases definitivas, pero no conseguía tener los argumentos para ganar un nuevo título.
Alexandre Guimarães fue anunciado en medio del escepticismo de una afición que venía perdiendo la fe con cada proceso que terminaba, sin embargo, sus pergaminos le daban las credenciales necesarias para tener una oportunidad de trabajar.
La carrera del brasileño como DT Mundialista en Japón-Corea 2002 y Alemania 2006 con la Selección de Costa Rica eran cartas importantes a favor del DT. Además dentro de su palmarés se encontraban sus dos campeonatos de Primera División con el Deportivo Saprissa en Costa Rica, el Torneo de Copa en Costa Rica con Belén UCR y la Copa de Clubes Campeones del Golfo con el equipo Al Wasl F.C. de Emiratos Árabes Unidos.
Sin demora, Guimarães comenzó a trabajar, en medio de críticas y conflictos administrativos que complicaban su gestión, siempre supo ponerle el pecho a los malos resultados y, sin tanto discurso, pero con más fútbol se comenzó a meter en el corazón de la hinchada.
Luego de resistir el remezón causado tras la eliminación de Copa Águila a manos del Once Caldas, Guimarães se concentró en fortalecer los puntos débiles de su equipo, recurriendo a su experiencia y pasando menos tiempo defendiéndose en las ruedas de prensa y más tiempo en los campos de entrenamiento preparando a sus jugadores para la gran hazaña de conquistar la estrella 14.
Tulio Gómez llegó a condicionar la permanencia de Guimarães cuando las cosas se salían de curso, ahora debe estar buscando la forma de extender el contrato del hombre que en tan solo seis meses le devolvió la gloria y la fe a una hinchada que ve en el estratega de 60 años al líder que prefiere hablar con los resultados.