OPINIÓN
El inicio de LaLiga este 17 de agosto ha dejado a la ola de calor apartada de las noticias habituales diarias, pero no olvidada. Y es que las altas temperaturas que se viven en muchas partes de la península española condicionan el devenir de los partidos de fútbol celebrados estos días.
Durante estas primeras jornadas ya se han vivido los habituales parones en el juego para hidratarse los futbolistas, incluso se han planteado cambios de horarios en busca del refugio de la noche –véase el Extremadura – Deportivo de esta segunda fecha-. Y hasta se ha apreciado un menor ritmo de juego, no solo por la altura que nos encontramos del torneo, sino a causa del clima.
Varios son los campeonatos de Europa que sufren parones en invierno o que directamente adecúan sus calendarios para no celebrarse en diciembre o en enero. España no tiene ese problema, aunque se registren también temperaturas bajas, pero sí cuenta con el calor como hándicap en contra. ¿Debería España iniciar su campeonato más tarde? Es cierto que la Bundesliga cuenta con 18 clubes y permite mayor flexibilidad de lo que ofrecen los 20 ó 22 clubes de Primera y Segunda en España, pero también es cierto que el fútbol español cuenta con un sistema de eliminatorias a doble partido de Copa que engordan el calendario durante el año y unas vacaciones navideñas que alcanzan casi las dos semanas.
Pero es que además, y primero de todo, está la salud de los deportistas y de los aficionados, expuestos al sol y a temperaturas por encima de lo deseado por la propia OMS. Además del espectáculo, el cual se resiente cuando se juega en estas condiciones climatológicas tan adversas. Razones suficientes por las que LaLiga, RFEF o AFE deberían plantearse debatir sobre este tema.
