Lionel Messi BarcelonaGetty Images

Sigue siendo el Barcelona de Messi


EDITORIAL

No hubo revolución en el once del Barcelona con la llegada de Quique Setién al banquillo. Si acaso, el cántabro se guardó al apercibido Clément Lenglet para Mestalla y dio entrada a Samuel Umtiti para construir un equipo que no distó demasiado del que no había logrado ganar en ninguno de sus dos partidos en 2020. Si recuperó control del balón y la vocación de jugar al primer toque pero, igual que sucedía con Ernesto Valverde, volvió a pecar de falta de ideas a la hora de generar ocasiones claras de peligro. Es sintomático que durante el primer tiempo solo conectara dos remates a puerta, de Ansu Fati y Arturo Vidal, y ambos vinieran precedidos de dos jugadones de Leo Messi.

El rosarino sigue siendo el santo y seña de un equipo que no logra crecer esta temporada. Sin el lesionado Luis Suárez, presente en todos y cada uno de los últimos quince goles del Barcelona, Messi acaparó el (poco) peligro del conjunto barcelonista, el primer equipo de los últimos quince años que logra más de quinientos pases (fueron quinientos ocho) durante el primer tiempo sin ver puerta. El diez probó suerte a los cuatro minutos del primer tiempo pero su zurdazo desde la frontal se marchó directamente fuera y dio alas a un Granada que nunca dejó de creer, viendo cómo era capaz de atar en corto a todo un Barcelona dominando en el Camp Nou pero incapaz de generar peligro alguno.

En defensa los despistes siguen ahí. Un mal pase de Sergi Roberto desembocó en una contra del Granada que Yan Eteki culminaría enviando el balón al poste a los veinte minutos del segundo tiempo, arrancando el inquietante runrún del Camp Nou, que recibió a Setién sin mayores estridencias a la espera de que sean el nuevo entrenador y los jugadores los que inviten al respetable a vibrar otra vez. Los nervios se apoderaron entonces del Barcelona, víctima de sus propias urgencias igual que le pasaba con Valverde, hasta que Messi le arrancó la segunda amarilla a Germán Sánchez y dejó a los andaluces con diez.

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Entonces sí supo imponerse el Barcelona. Setién dio entrada a Riqui Puig y el canterano apenas tardó unos minutos en recuperar un balón en la frontal y cedérselo a Arturo Vidal para que conectara con Messi y estableciera el 1 a 0 definitivo. No fue un gran partido del equipo catalán. Si la llegada de Setién tenía que sacudir al equipo no sucedió. Si acaso, se notaron más ganas de pasarse el balón y al fin el Camp Nou pudo ver a Riqui en acción en un partido de Liga. Pero, al final, el Barcelona siguió siendo un equipo plano, con escaso poder ofensivo y que solo supo ganar ante diez. Es evidente que todavía hay muchas viejas inercias que corregir y eso no se logra en un día pero también lo es que si este equipo sigue siendo competitivo es, simple y llanamente, por Messi.

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