Uno de los nombres más conocidos en el futbol mexicano durante las décadas de los 80 y 90 fue el de Jimmy Goldsmith, un millonario de origen francobrotánico, que era dueño de Loros de Colima, equipo que estaba recién ascendido a la división de plata, hasta antes de la muerte del directivo a sus 64 años debido a un infarto agudo de miocardio.
Su fortuna provino tanto de su padre, quien era un empresario de varios ámbitos como los son el alimentario, farmacéutico, medios impresos, llanteras y turístico, entre otros, llegando a tener un patrimonio de más de 4 mil millones de dólares. Por su parte, su madre era hija del millonario boliviano Antenor Patiño, quien acaparaba el mercado del estaño a nivel mundial.
Heredó un gran fideicomiso, lo que le permitió incursionar en el futbol y no tener ningún problema para darle estabilidad económica a los Loros, equipo que finalmente pidió no ser considerado para el Clausura 2020 en el Ascenso MX por razones financieras.
Sin embargo, la relación de Goldsmith con el futbol mexicano no era nueva, pues se remonta hasta 1980, cuando coincidió en París con el Tri y lo apoyó en diversos aspectos, a tal grado que en noviembre de ese año pisó México.
De inmediato comenzó una relación con la FMF y la Selección mexicana, convirtiéndose en alguien muy cercano a Alejandro Burillo y en pieza clave para toda la logística en los viajes del Tri gracias a sus excelentes relaciones públicas.
Todo llegó a su fin en 2006 y desde ese momento buscó a toda costa llegar el futbol de Primera División a Colima, o la región cercana de la costa de Jalisco, con equipos como el Cihuatlán, y posteriormente con los Loros.
El gran anhelo de Goldsmith se hallaba cerca de convertirse en realidad, pero ese sueño, al menos para este semestre, tendrá que esperar. Al borde de la quiebra, ahora buena parte del plantel se quedará sin trabajo por al menos seis meses y recibirían su finiquito hasta junio.
