Resulta inevitable comparar al Jorge Sampaoli de Chile con el Jorge Sampaoli de Argentina. ¿Por qué tuvo éxito su idea en La Roja y por qué terminó lleno de críticas tras la eliminación frente a Francia? La primera respuesta debe encontrarse en el inicio de cada ciclo: con el seleccionado chileno recibió una generación en pleno ascenso, ya formada y convencida de lo que buscaba; con el seleccionado argentino, en cambio, se metió en una cueva plagada de dudas, de desorganizaciones e inconvenientes extrafutbolísticos.
El hombre de Casilda, en Chile, continuó la misma línea que había iniciado Marcelo Bielsa: ya estaba un camino, había que prolongarlo. En Argentina, en cambio, tuvo que desviarse (conceptos muy distintos a los de su antecesor, Edgardo Bauza), construir otro trayecto sobre la marcha, sin tiempo, improvisando y esquivando otras presiones.
Está claro: la idea del primer Sampaoli (el de La Roja) no fue la misma que la del segundo Sampaoli (el albiceleste). Tampoco fueron similares las metas: en Santiago, tras llegar a los octavos de final de Brasil 2014, fue recibido como un héroe; en Buenos Aires, tras llegar a los octavos de final de Rusia 2018, no le darán una bienvenida muy agradable.